Una vez más, la tragedia ha visitado nuestra tierra, el pesquero Vila de Pitanxo, con base en Marín (Pontevedra), se hundió en aguas de Terranova (Canadá), sobre las 6 de la mañana, hora española, tal y como registró la baliza del barco, con una tripulación de 24 personas (de nacionalidad española, peruana y ghanesa).
Encomendamos al buen Padre Dios y a su gran misericordia las vidas de estos hijos que han pagado con su vida el duro ejercicio de la noble profesión de las gentes del mar, a la vez que damos gracias a Dios por los que han sobrevivido.
Un nuevo sufrimiento en tiempos de crisis empaña nuestras vidas y nuestra mirada, se clava de nuevo en el Crucificado, como en muchos otros momentos de las difíciles encrucijadas de la vida, pedimos consuelo y la fuerza que tuvo el Crucificado, para todas las familias de los náufragos, para que se recuperen de su dolor inmenso, que hoy lo hacemos también nuestro.
Todos, sabremos responder solidariamente con las familias de los afectados. Para ellos, pedimos la generosidad de todas las ayudas sociales pertinentes. La vulnerabilidad de las gentes del mar, debe ser más atenta la solicitud de la Iglesia y de la sociedad en su conjunto, para salvaguardar todos sus derechos.
Que toda la gente del mar, seamos capaces de unir nuestras fuerzas, para transmitir a los afectados y a la familia marinera el cariño y la cercanía de Jesucristo y de su Iglesia. Hoy recordamos de nuevo una estrofa de la Salve Marinera, como oración dirigida a la estrella de los mares: “de tu pueblo, a los pesares, tu clemencia dé consuelo. Fervoroso llegue al cielo, y hasta Ti, y hasta Ti, nuestro clamor”.
Mons. Julián Barrio Mons. Francisco Prieto
Arzobispo de Santiago de Compostela Obispo auxiliar de Santiago de Compostela