CLARISAS DE VERDAD – 1

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LA SUPERIORA DE LAS CLARISAS DE CANTALAPIEDRA EXPLICA CÓMO VIVEN SU CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS

Javier Navascués, el 5.09.24 a las 9:06 AM

Infocatólica

Entrevistamos a Sor María Aleluya, superiora del monasterio del Sagrado Corazón de Jesús de las Hermanas Pobres de Santa Clara de Cantalapiedra, que nos habla sobre su vocación, de la historia del monasterio y de cómo viven en plenitud la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús.

¿Cómo nace en usted la vocación a la vida contemplativa?

Creo que sería más correcto hablar de cómo despierta la conciencia de la vocación a una vida contemplativa pues, por experiencia personal, sé que mi vocación, como cualquier otra, es algo que no ha “nacido” en un momento, sino que se ha tejido conmigo desde las entrañas maternas. Dios es un gran artista: su proyecto de amor es único para cada uno, tiene una forma concreta y la llamada es a dejarle hacer realidad su sueño en nosotros.

Yo tuve que dar muchas vueltas para ir descubriendo el plan que Dios tenía para mí. Fueron necesarios muchos toques de su gracia. Había una inquietud muy grande en mi corazón, una necesidad enorme de encontrar el sentido de mi vida, una conciencia clara de que lo que el mundo me ofrecía no podía satisfacer la sed de mi alma. Al no contar en mi familia con un ambiente de fe que pudiera responder a mis interrogantes, ni recibir educación religiosa en el colegio, emprendí una búsqueda intensa de la verdad, pero sin orden ni concierto.

Experimenté la mano providente del Señor guiándome, muchas veces sirviéndose de lo que yo en ese momento consideré fracasos o frustraciones. Así llegué a una parroquia, al tiempo que trataba todavía con otras confesiones religiosas. Me involucré en un movimiento mariano y la Virgen se encargó de encauzarme. Con la ayuda de unas religiosas me embarqué en una experiencia de misión en Bolivia y, en medio de la selva, intuí que esa forma de entrega radical que mi corazón buscaba, la iba a encontrar siendo en el corazón de mi madre la Iglesia el amor, utilizando palabras de Santa Teresita.

¿Por qué bajo el carisma de las Clarisas?

Una vez más tengo que afirmar que no fui yo la que elegí las Clarisas. No se trató de una elección personal. Fue el Señor el que con infinita delicadeza fue marcando el camino. Sentí una llamada a vivir el Evangelio radicalmente a través de la pobreza, de la vida fraterna, derramando mi vida a los pies de Jesús Eucaristía.

Cuando la providencia de Dios me hizo llegar hasta un monasterio de hermanas pobres de Santa Clara y me encontré ante el Santísimo Sacramento expuesto para la adoración, todas las piezas encajaron y entendí que solo Dios podía ser el autor de ese plan. Más adelante, con el paso de los años, puedo proclamar que las obras de Dios son perfectas y que todo lo que he encontrado y he ido aprendiendo y descubriendo del carisma de nuestra madre Santa Clara, responde plenamente a esas inquietudes que bullían en mi corazón desde mi más temprana juventud.