CIBORGISMO – 18

by AdminObra

 

En un primer momento, el concepto “ciborg” definía a una persona que estaba dispuesta a modificar su cuerpo con tecnología para poder adaptarse al viaje intergaláctico.

No sólo se trata de superarnos en longevidad, sino de tener capacidad de viajar más allá de la tierra, y de superarnos en conocimientos y tecnología.

Para los transhumanistas, los humanos no son la rama definitiva de un árbol evolutivo, sino una especie surgida en una fase temprana en la sucesión temporal de especies, con aptitudes concretas para una evolución diversificada, y tal vez de importancia cósmica, como punto de partida de una transición hacia entidades basadas en el silicio (y potencialmente inmortales), que puedan trascender las limitaciones humanas con mayor facilidad.

Hay tres nuevas tecnologías que serían determinantes: la biotecnología avanzada, la inteligencia artificial (y la posibilidad de mejorar los ciborgs), y la capacidad de explorar el espacio.

Con el tiempo, tras diversos manifiestos “ciborg”, se fue asociando a discursos feministas.

Ser “ciborg” significa irrumpir en las dinámicas humanas que atrapan la mente, liberarse de cadenas ideológicas (dicen) y avanzar hacia lo desconocido de la mano de la tecnología. Ya es todo un movimiento social y artístico.

Por otro lado, y esto también es importante (y grave), el punto de vista del transhumanismo sobre la trasmigración de la mente enlaza con la teoría de la “metempsicosis”, esto es, la doctrina de la transmigración de las almas. Esta doctrina enseña que la misma alma habita en sucesión los cuerpos de diferentes seres, tanto humanos como animales. Los transhumanistas lo adaptan ahora a la transmigración de la mente a cuerpo de silicio u hologramas.

 

La cosmovisión humana no participa de esta doctrina ya que se centra en el cuerpo glorioso resucitado y el alma inmortal.

Para comprender las cualidades de los cuerpos resucitados cabe decir que serán los mismos cuerpos, aunque transfigurados, glorificados, inmortalizados, resucitados. Semejantes al de Jesús, y con las siguientes propiedades:

Impasividad.

Sutileza.

Agilidad.

Claridad.