A lo largo de la historia se encuentran referencias de procesiones con el Santísimo anteriores a la institución de la fiesta de Corpus, pero con la Hostia encerrada y oculta en una caja o tabernáculo.
Las procesiones con la custodia o manifiesto con el Señor nacieron después de la Institución del Corpus. No sabemos si en un principio se tuvieron en el interior de las iglesias o en las calles públicamente.
La procesión solemne en la fiesta del Corpus la introdujo en Roma el Papa Nicolás V casi dos siglos más tarde, el año 1447.
Acompañado de los Cardenales, Obispo y de todo el clero romano, llevó el Papa, procesionalmente, al Santísimo Sacramento desde la Basílica de San Pedro hasta la Puerta Castello.
Los Papas siguientes enriquecieron con indulgencias extraordinarias la asistencia a estas procesiones.
Previa confesión y comunión y orando por las intenciones de Su Santidad, se gana indulgencia plenaria cada vez que se toma parte en una procesión solemne con el Santísimo, dentro o fuera de las iglesias.
Hasta el siglo XIII se había llevado el Viático a los enfermos sin pompa o culto alguno exterior. Con motivo de los errores eucarísticos de Berengario de Tours, se empezó a darle gran esplendor.
Desde entonces la Iglesia no ha cesado de recomendar la mayor solemnidad posible en la comunión de enfermos.