El jubileo cristiano o jubileo de la Iglesia
Menos historia tienen los jubileos que podríamos llamar “romanos”, y que son los que este próximo año nos ocupará al ser proclamado uno nuevo en el 2025.
El primero de ellos –al menos que conste documentalmente- es el celebrado en Roma en 1300.
Desde entonces, los años jubilares romanos encuentran una cadencia y una celebración habituales y constantes, con altibajos, adaptaciones y cambios, propios del “rodaje” de una institución naciente y de una Iglesia –la del siglo XIV- no precisamente serena, ni pacificada.
El primero de ellos tiene lugar, pues, al inicio del 1300, bajo el pontificado de Bonifacio VIII.
Curiosamente, una de las razones que se esgrimieron para esta convocatoria fue un jubileo, supuestamente, anterior convocado en 1200. Pero no consta documentalmente.
Los años jubilares “romanos”, en particular, y de la Iglesia, en general, encontrarán raíces teológicas y espirituales en los “jubileos” del Antiguo Testamento, y en la presentación y vivencia del misterio de Jesucristo, el único y auténtico jubileo del Padre. Junto a estas raíces bíblicas, y cristológicas, la práctica de las cada vez más tradicionales peregrinaciones, plegarias para la ocasión, la conversión personal, la penitencia por los pecados pasados…