Al finalizar la misa vespertina de Navidad se bendecirá el Belén de la Parroquia dando, así, comienzo a las celebraciones en honor al Nacimiento del Hijo de Dios.
Que el Belén parroquial sea ocasión, junto con todos los demás, de admirar un Misterio tan grande que ha querido compartir, con lo que ha creado, todo, excepto el pecado, el cual ha venido a extirpar al cargar con el de toda la humanidad.
En él, además de la incorporación de nuevas figuras, y de nuevos pasajes de la Historia Sagrada centrada ya en la Encarnación, podrán descubrir las escenas que median entre la anunciación a Zacarías del futuro nacimiento de Juan, el Bautista, hasta el momento de la Presentación del Niño en el Templo de Jerusalén.
Sobre una misma base, en la que se pueden descubrir los momentos de la vida cotidiana de cualquier sociedad del pasado, tanto la judía como la nuestra, en la vida hogareña, comercial, agrícola, se podrán reconocer los distintos lugares donde Dios fue llevando a término su designio salvador: Jerusalén, Ain-Karen, Nazaret, Belén, Egipto.
¡Qué sea ocasión de oración!