Domingo de Ramos, o “Segundo Domingo de Pasión”, que debería ser un grande y santo día, como se conmemora el último triunfo de Nuestro Señor Jesucristo sobre esta tierra y abre la Semana Santa.
En este día, la Iglesia celebra la entrada triunfal de Nuestro Señor en Jerusalén; cuando la multitud, marchando antes y detrás de El, cortaba palmas de los árboles y las arrojaba antes su paso, gritando: “Hosanna (gloria y honor) al Hijo de David. Bendito es El que viene en nombre del Señor”.
Y es en conmemoración de aquella entrada triunfal que las palmas se bendicen e inciensan en la solemne procesión.
En efecto, este Domingo de Ramos el triunfo de Nuestro Señor sólo está centrado en su Muerte. Pero nosotros sabemos que su Muerte no es una derrota. Por medio de su Pasión y Muerte El conquistó el mundo y entró en su Reino.
Por esto, la Iglesia invita a los fieles a unirse a la triunfal Procesión de hoy, que es un acto de homenaje y gratitud a Cristo Rey.
Este inicio triunfante de la Semana Santa está lleno de significación.
Las lecturas nos recuerdan que por delante se halla la Cruz, pero sabemos que simboliza la victoria. Por esto la Iglesia nos anima a iniciar la Semana Santa con un alegre y público agradecimiento a Jesucristo, nuestro Rey.