Alimentos recomendados por Hildegarda de Bingen, la santa nutricionista

by AdminObra

Desde la espelta hasta el jengibre, he aquí los alimentos más nutritivos y útiles para nuestro organismo, según la experta medieval en alimentación

Espelta, ajo, salvia, garbanzos… Estos son los alimentos más recomendados por la santa «nutricionista» Hildegarda de Bingen, una de las grandes contemplativas de la historia de la Iglesia, para una dieta saludable.

En «El libro de la medicina de Santa Hildegarda – La curación en el cuerpo y en el espíritu», publicado en italiano por  Marcello Stanzione y Bianca Bianchini, se presentan estos alimentos como ayuda para una buena salud.

Espelta y trigo

La espelta es un alimento al que Hildegarda atribuye enormes poderes como cereal. Lo considera «cálido y abundante y también el más delicado». Este cereal, nutritivo y de fácil digestión, «regenera la sangre, relaja los nervios y dispone al hombre de buen humor» de cualquier forma que se cocine, incluso como pan. Una sopa de sémola de espelta, cuyo caldo se obtenía hirviendo un kilo de patas de ternera durante unas cuatro horas, sería un remedio para quienes sufren problemas de tendones.

La harina de trigo integral, el trigo, también la consideraba la abadesa de Bingen como un alimento completo apto tanto para los sanos como para los enfermos. A diferencia del centeno, que sería poco digerible para los enfermos.

Terapia del ajo

Hildegarda prestó gran atención a las hierbas y las especias. Las propiedades terapéuticas del ajo, como antibiótico y antihipertensivo, las definió científicamente Pasteur en 1858. Según santa Hildegarda, el ajo, que se alimenta del rocío, forma parte de una dieta sana y adecuada y puede comerse preferentemente crudo. Sin embargo, se aconseja a los que padecen enfermedades pulmonares que cuezan un poco de ajo en agua y consuman la bebida resultante diariamente en ayunas hasta que se curen.

ajo
ajos

Las propiedades del laurel y la salvia

El laurel, originario de Asia Menor y Europa, se utilizó durante siglos contra muchas enfermedades y en particular contra la peste. Lo recomendaba Hildegarda para curar los dolores de estómago, después de guisar unas hojas en vino durante tres minutos. Hoy en día también se recomienda como aperitivo y digestivo.

La salvia, considerada una hierba seca, también forma parte de una dieta adecuada. Esta hierba es descrita por Hildegarda como «buena para los que están atormentados por el mal humor, porque lo elimina». El consejo: consumirlo pulverizado y comerlo en pan.

El jengibre favorece la digestión

El jengibre está presente en muchos remedios de Hildegarda: en forma de polvo, se recomienda disolverlo en medio vaso de vino tinto al final de una comida para aliviar los síntomas de la gastritis, los cólicos abdominales y las úlceras.

Y, en efecto, la medicina actual ha demostrado cómo el jengibre estimula la producción de bilis y los movimientos peristálticos del estómago y los intestinos, favorece la digestión y la salida de los gases intestinales. Además, tiene un efecto eficaz contra las náuseas y los vómitos (incluso de la quimioterapia) y en todos los trastornos del mareo (mareo en el coche, mareo en el mar, mareo en el avión).

Garbanzos, sabrosos y fácilmente digeribles

Los garbanzos son muy apreciados en la dieta saludable de la abadesa de Bingen. La planta leguminosa es originaria de Oriente e históricamente es uno de los primeros alimentos que el hombre ha consumido. Era la comida pobre de los esclavos egipcios y apreciada por los romanos, que la comían frita en aceite de oliva. Recomendados por la santa a todos, sanos y enfermos, porque son sabrosos y fácilmente digeribles, especialmente asados cuando es necesario bajar la temperatura del cuerpo. Los guisantes y las lentejas no eran apreciados por la abadesa de Bingen como alimentos fríos, especialmente las lentejas, que debían ser evitadas por todos.

Los consejos de nutrición de santa Hildegarda son una muestra del genio de la vida contemplativa en la historia, que presenta el camino de realización personal gracias a una buena relación con Dios, con los demás, con la naturaleza y con nosotros mismos. Incluida nuestra alimentación.

Traducción de Matilde Latorre