El diácono, por efecto de su ordenación sacramental, realiza una serie de funciones, que muchas podrían ser realizadas por cualquier cristiano, con la NOTA ESPECÍFICA de ayudar al propio obispo con su presbiterio y al Pueblo de Dios.
Esas funciones han de ser cumplidas en perfecta comunión con el obispo y sus sacerdotes.
El diaconado, pues, está inserto en la estructura de la jerarquía de la Iglesia para poder desempañar su misión con espíritu eclesial.
El diácono, en virtud de su ordenación sacramental, ACTUALIZA MINISTERIALMENTE en la Iglesia la entrega al servicio de los demás, al Pueblo de Dios, en comunión con el obispo y su presbiterio.
Se podría decir, que la diaconía, al ser asumida por la Iglesia en un ministerio, se actúa y pervive sacramentalmente en el diaconado que sirve a la Iglesia sin regirla sacerdotalmente.
El diácono es el signo eclesial del AMOR AL PRÓJIMO, realizado a través de su ministerio que, en comunión con el obispo, al que presta ayuda, sirve al Pueblo santo de Dios.
Pablo VI, en una Carta Apostólica Sacrum diaconatum ordinem (1967) enumera las competencias de los diáconos:
- Para ayudar al obispo y al sacerdote durante las acciones litúrgicas en todas las cosas que los rituales de las diferentes órdenes asignar a él;
- Para administrar el bautismo solemne y para abastecer las ceremonias que pueden haber sido omitidos cuando se confiere a los niños o adultos;
- Para reservar la Eucaristía y distribuirla a sí mismo y a otros, para ponerlo como un viático a los moribundos y para impartir la bendición a las personas con el Santísimo Sacramento con el copón sagrado;
- En ausencia de un sacerdote, para asistir a los matrimonios y bendecir en el nombre de la Iglesia, por delegación del obispo o pastor, observando el resto de los requisitos que están en el Código de Derecho Canónico (8), con Canon 1.098 en lo que se dice en relación con el sacerdote también debe entenderse en relación con el diácono;
- Para administrar los sacramentales y para oficiar en los funerales y el entierro;
- Para leer los libros sagrados de la Escritura a los fieles e instruir y exhortar al pueblo;
- Para presidir el culto y las oraciones de la gente cuando un sacerdote no está presente;
- Para dirigir la liturgia de la palabra, sobre todo en la ausencia de un sacerdote;
- Para llevar a cabo, en nombre de la jerarquía, los deberes de caridad y de la administración, así como obras de asistencia social;
- Para guiar legítimamente, en nombre del párroco y del obispo, las comunidades cristianas a distancia;
- Promover y sostener las actividades apostólicas de los laicos.