Ven, en nuestro Socorro
Signo grandioso de nuestra esperanza, te invocamos.
Oh Virgen del Perpetuo Socorro, Madre Santa del Redentor,
socorre a tu pueblo, que anhela resurgir.
Da a todos el gozo de trabajar por la construcción del Reino
en consciente y activa solidaridad con los más pobres,
anunciando de modo nuevo y valiente el Evangelio de tu Hijo.
Él es fundamento y cima de toda convivencia humana,
que aspira a una paz verdadera, estable y justa.
Como el Niño Jesús,
que admiramos en este venerado Icono,
también nosotros queremos estrechar tu mano derecha.
A ti no te falta poder ni bondad para socorrernos,
en las más diversas necesidades y circunstancias de la vida.
¡La hora actual es tu hora!
Ven, pues, en ayuda nuestra y sé para todos socorro,
refugio y esperanza. Amén”.
Papa San Juan Pablo II
Invocación a Santa María del Perpetuo Socorro
Santa Madre de Dios,
que para inspirarnos una confianza sin límites
te has querido llamar para nosotros
Madre del Perpetuo Socorro.
Te pido que me socorras en todo tiempo y en todo lugar,
en mis dificultades, y en los problemas de cada día,
especialmente en los momentos tristes y oscuros de la vida.
Concédeme, Madre del amor,
la confianza de acudir siempre a ti,
como mediadora de la salvación que nos entrega tu Hijo Jesucristo,
y experimentar tu ayuda maternal.
Alcánzame el don de seguir de cerca los pasos de tu Hijo,
de escuchar el Evangelio y meditarlo en mi corazón,
como hacías tú, en tu vida sencilla entregada a Dios,
para que pueda compartir, junto contigo,
la esperanza de la salvación.
Amén.
Mi Madre del Perpetuo Socorro
Mi buena Madre, Madre del Perpetuo Socorro:
Tú, a quien me he confiado y consagrado
hace ya algunos años,
y que tan bien me has socorrido
y tan fiel me has guardado y conducido,
mi buena Madre, estréchame junto a ti.
Yo me pongo en tus manos como un pequeño.
Me abandono a ti como un niño en mantillas.
¡Guárdame, guarda mi corazón!
Haz que en esta noche, en este día y siempre
yo y todos los que Jesús quiere ver junto a sí,
podamos compartir sin cesar tu amor,
tu mirada, tu adoración de nuestro Señor.
Beato Carlos de Foucauld
Tu dulce imagen
Tu sabes bien que desde mi tierna infancia
tu dulce Imagen ha logrado fascinar mi corazón.
En tu mirada yo leía tu ternura
y junto a ti yo encontraba la dicha.
Virgen, María, a la celeste ribera,
después del destierro, iré a verte para siempre.
Mientras tanto, aquí abajo,
tu dulce imagen es mi Perpetuo Socorro.
Santa Teresa de Lisieux, Doctora de la Iglesia