“Madurez, noviazgo y miedo”
Actualmente, estamos en un momento en el que la bonanza económica (a pesar de crisis no es la época de nuestros mayores) está haciendo que la vida sea más fácil para una gran parte de la población y ello podría ser, entre otras, una causa de que a las personas les cueste tanto tomar decisiones. Quizás, por miedo al sentimiento de culpa que puede llevar consigo el decidir. En definitiva, por temor a sufrir. Si una persona es incapaz de tomar decisiones, en el fondo es como si no fuera libre.
También estamos viviendo un tiempo, en parte, en el que la gente está madurando más tardíamente. Más que hace unos años.
Así, no es difícil hablar de una adolescencia tardía, y de personas que llegan a los treinta años, o más, sin haber madurado convenientemente.
En realidad, una persona no madura es incapaz de comprometerse. No sabe mantener sus compromisos, por falta de lucha y por falta de madurez. Por tanto, sería bueno que, cuando uno va conociendo a otro o se propone casarse, haya pensado con anterioridad el grado de madurez de la otra persona y su capacidad para tomar decisiones. En muchas personas se da un bloqueo mental grande que, proporcionalmente, va madurando.
Por tanto, uno de los aspectos que hay que conocer en un noviazgo, es el de la madurez de la otra persona, la capacidad de tomar decisiones y de comprometerse. SI UNO SE COMPROMETE CON ALGUIEN QUE ES INCAPAZ DE COMPROMETERSE, SERÁ MÁS FÁCIL QUE TODO SU PROYECTO DE VIDA TERMINE POR ROMPERSE.
También es verdad que cada persona tiene su tiempo, unos maduran antes y otros después. Hay que respetar esos tiempos. No hay inyecciones que nos hagan madurar.
El querer hacer madurar al otro a la fuerza, es una forma muy fácil de romper una relación, porque la otra persona puede verse en inferioridad de condiciones. Y eso es humillante para la persona que lo está. ASÍ QUE, A CONOCERSE, Y A RESPETAR EL PROCESO DEL OTRO, SIN IMPACIENCIAS.
Si el grado de madurez del otro, pasado un tiempo prudencial, no convence, entonces lo que hay que hacer es dejarlo. AUNQUE CUESTE.
¡ÁNIMO!