“Ya que hablamos de defectos”
Como decíamos ayer, acercándose el esperado día, para muchos, de San Valentín, ofrecemos otras reflexiones sobre el noviazgo y cómo poder vivirlo. La persona que las inspira es José María Contreras a quien se le puede escuchar habitualmente en Radio María.
Cada vez oímos más que la convivencia no es fácil. De lo difícil que es.
Pero, ¿por qué es difícil?
Muchas serían las respuestas posiblemente. Al ser humano le cuesta trabajo conocerse; no actuamos de igual modo ante situaciones parecidas; el estado de ánimo hace que nos comportemos de forma diferente ante situaciones muy similares con muy poco intervalo de tiempo. Muchas veces nos conocen mejor los otros que nosotros mismos
- Qué poco me conoces –decía un hombre a su esposa después de 26 años casados.
El afán de imponer el propio criterio amarga muchas veces las relaciones. O la ingenuidad de pensar que vamos a cambiar al otro.
Se puede decir sin mucho temor a equívocos que cambiar NO CAMBIARÁ. Es posible que mejore, pero no que cambie, él o ella. Eso es ser ingenuos. Uno tiene que saber que va al matrimonio, NO A EDUCAR AL OTRO, sino a QUERERLO.
Y muchas veces eso supone tener que QUERER LOS DEFECTOS DEL OTRO. De lo contrario nos podemos pasar la vida quejándonos: “¡Eso es muy difícil”!
Como la meta que nos marquemos sea cambiarlo, no vamos a llevar muchos chascos.
Por tanto, siendo muy… fríos, se podría decir que si nos vale como es, de acuerdo.
Pero si se dice que me valdría, él o ella, tal como lo voy a dejar cuando lo cambie se estaría uno engañando.
Las personas somos difíciles de cambiar. En todo caso, habría una “fuerza” llamada AMOR que todos buscan, la alegría de ser querido, la ilusión por contentar al otro. Ésa ¡sí! que es una fuerza poderosa para cambiar. Pero sin impaciencias.
Además, por mucho que cambie alguien, siempre le quedarán defectos.