Es una fiesta que se introduce en Occidente en el siglo XIII, celebrándose por primera vez en Lieja, Bélgica, en 1246.
El papa Urbano IV la extiende en 1264 a toda la Iglesia.
Pronto adquiere gran desarrollo y arraigo.
La primera noticia de fiesta completada con la procesión ‘teofórica’ es la del cabildo de San Gereón de Colonia, entre 1264 y 1279.
Pero no se propaga en otros países hasta la primera mitad del siglo XIV, no entrando en algunas iglesias hasta finales del XV.
El primer papa que habla de ella es Martín V en 1429.
En la actualidad, según el Misal de Pablo VI (1970), se celebra el jueves (o domingo) tras la solemnidad de la Santísima Trinidad, agrupando las antiguas fiestas del Cuerpo de Cristo y de la Preciosísima Sangre.
El culto eucarístico fuera de la misa, especialmente la procesión de esta solemnidad, ha desarrollado una ingente variedad de elementos artísticos: custodias de muchos tipos, palios, carrozas, pasos procesionales, píxides, faroles,…
En los primeros momentos esta procesión toma como modelo el cortejo de un viático, que ya en aquellos tiempos revestía importante solemnidad.
Al no haber custodia, la Hostia va dentro de un copón, una arqueta o el cáliz cubierto con los corporales y la lleva el sacerdote, que va bajo palio.
Es única en la ciudad, afluyendo todo el clero y los fieles de las parroquias.
Poco a poco se van añadiendo ritos (estaciones, o “altares”, cuando de los Evangelio, número de ministros con ornamentos determinados), diversos elementos (reliquias, pasos con imágenes) y un tono festivo.
El Concilio de Trento y el ataque protestante terminan por darle un marcado carácter triunfal.
De igual manera, se añade al cortejo la representación de personajes bíblicos, representaciones dramáticas (autos sacramentales, entremeses), carros triunfales, carrozas para representaciones (las “rocas”) y un sinfín de elementos pintorescos: la tarasca, la tarasquilla, las mojarrillas, gigantes y cabezudos, y los de los bestiarios, todos animados por la música de los ministriles.
Estos últimos elementos quieren representar las fuerzas del mal vencidas por Cristo.