- Santos FOCIO, ARQUELAO, QUIRINO y otros DIECISIETE, mártires. En Nicomedia. (ss. III/IV).
- San BASINO, obispo. En Tréveris. De la familia de los duques de del Reino de Austrasia, que primero fue monje, después abad de San Máximo de Tréveris, y elevado finalmente a la sede episcopal, aprobó la fundación del monasterio de Echternach, realizada por Santa Irmina. (705).
- San APIANO, monje. en Emilia-Romaña. Enviado desde el monasterio de Pavía, llevó esta ciudad vida eremítica. (s. VIII).
- San PEDRO, abad. En Campania. Habiendo seguido vida de ermitaño, fue elegido obispo de Policastro, pero cansado del clamor de la vida humana, regresó al monasterio, donde, constituido abad, restableció admirablemente la disciplina. (1123).
- Beato UMBERTO, monje. en Saboya, Francia. De los Condes de Saboya. Le coaccionaron para que dejase el claustro y se ocupase de la política. Regresó tan pronto pudo a la vida monástica, que vivió con fidelidad. (1188).
- San CASIMIRO, príncipe. Lituania. Hijo del rey de Polonia. destacó por el celo de la fe, por la castidad y la penitencia, la bondad con los pobres y la devoción a la Eucaristía y la Virgen María. Murió de tuberculosis aún muy joven. (1484).
- Beatos CRISTÓBAL BALES, presbítero, ALEJANDRO BLAKE y NICOLÁS HORNER, todos mártires. En Londres. Bajo el Reino de Isabel I fueron martirizados. (1590).
- Beata PLÁCIDA VIEL, virgen. En Normandía. Brilló por su celo y humildad dirigiendo la Congregación de Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia. (1877).
- Beatos MIECISLAO BOHATKIEWICK, LADISLAO MACKOWIAK y ESTANISLAO PYRTEK, presbíteros y mártires. En Glebokie, Polonia. Encarcelados y fusilados. (1942).
Hoy recordamos especialmente a Beato JUAN ANTONIO FARINA
Nació en Gambellara, Vicenza (Italia). En 1827 recibió la ordenación sacerdotal y después obtuvo el diploma de maestro de primaria. Fue profesor del seminario durante 18 años, capellán en la parroquia de San Pedro en Vicenza, durante 10 años; participó en distintas instituciones culturales, espirituales y caritativas de la ciudad, entre las cuales fue director de la escuela pública primaria y superior.
En 1836 fundó la Congregación de las Maestras de Santa Dorotea, Hijas de los Sagrados Corazones, dedicadas a la educación de niñas pobres, sordomudas, ciegas, también niñas de la alta sociedad, y luego extendió su labor en el cuidado de los enfermos en los hospitales, en los asilos y en sus domicilios.
En 1851 fue nombrado obispo de Treviso en Italia. En esta diócesis desarrolló una auténtica labor pastoral, con la visita pastoral, la organización de las parroquias y ayuda a los pobres, de manera que se le conoció como “el obispo de los pobres”. Los diez años de su episcopado estuvieron marcados por el sufrimiento debido a cuestiones jurídicas con el Cabildo de la Catedral, que le impidió llevar a cabo el sínodo diocesano.
En 1860 fue nombrado obispo de Vicenza, donde puso en práctica un amplio programa de renovación y desarrollo de la formación espiritual y cultural de sus feligreses y del clero. Convocó el sínodo diocesano, que no había sido celebrado desde 1689. Realizó su visita pastoral, sin importarle las dificultades de los caminos. Instituyó numerosas confraternidades para socorrer a los pobres y a los sacerdotes ancianos. Promovió la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, de María y la Eucaristía. Participó en el Concilio Vaticano I. Los últimos años de su vida estuvieron marcados ya por el reconocimiento público de su labor apostólica y de caridad, pero también con las calumnias, a las que siempre respondió con el silencio, la paz interior y el perdón. Murió de un ataque de apoplejía en 1888.