LA UNIDAD DE LA SAGRADA ESCRITURA

by AdminObra

La unidad de la Biblia es una consecuencia directa de su origen divino.

Los libros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, a pesar de su diversidad, de la laboriosa historia de su composición y de los amplios espacios de tiempo que separan unos de otros, forman una unidad, ya que todos tuvieron un único autor principal, Dios, en quien no hay contradicción.

Los diversos autores inspirados expusieron por esto una sola verdad, aunque lo hicieran desde perspectivas diversas.

En otros libros, la unidad de autor garantiza la unidad de obra y la coherencia de enunciados, aunque a veces la mutabilidad de los juicios humanos, las posibilidades de error, etc., la puedan debilitar.

En el caso de la Sagrada Escritura, esto no puede ocurrir, porque la unidad es exigida por la condición de su autor principal.

Esa unidad no excluye que en la Biblia existan concepciones diferentes sobre el modo de presentar el Misterio de Dios y del hombre, debido a la pluralidad de autores humanos; sin embargo, se trata de diferencias que necesariamente se armonizan y entre las que existe una sana tensión, de las que surgen la posibilidad de un enriquecimiento de conceptos.

La unidad de la que hablamos es precisamente eso, “unidad”. Por tanto, la unidad de la Sagrada Escritura es la armonía mutua entre las verdades salvíficas contenidas en los textos bíblicos, en virtud de la cual, unos a otros se iluminan, sin que exista ni pueda existir ninguna oposición o contradicción entre ellos.