Mientras el Cristianismo se empieza a extender como muestra la conversión del etíope y su bautizo por parte de Felipe (Hch 8, 26-28), en Jerusalén resultaba peligroso declararse cristiano. Así lo demuestra el martirio de Esteban. Éste había sido acusado por un ardoroso fariseo llamado Saulo.
Saulo nació en Tarso, un puerto de mar al noroeste del Mediterráneo, en Cilicia (actual Turquía). Fue educado como judío, aunque su padre era ciudadano romano, un privilegio muy envidiado que facilitaba mucho la vida de las personas que lo poseían. Saulo heredó la ciudadanía romana.
Marchó a Jerusalén a estudiar con el judío Gamaliel, uno de los fariseos más famosos por entonces. Saulo acabó los estudios con un impresionante conocimiento de las Escrituras hebreas y una formación clásica en literatura y filosofía griegas.
Joven de aspecto rudo, no muy alto, no muy apuesto. Tampoco buen orador, pero apasionado devoto de la Ley. Celoso de la misma. Así lograría alta posición entre las autoridades judías. Llegaría a dirigir a los guardias del Templo en la primera gran persecución judía contra los cristianos.
En este contexto, y habiendo hecho estragos en la Iglesia, se dispone a viajar a Damasco al oír que hay cristianos en esta ciudad. Su intención es acabar con ellos para siempre.
Dios tenía otros planes (Hch 9, 3-8). Durante el viaje, cayó al suelo al quedar envuelto en un resplandor, mientras una voz le reclamaba: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”.
Saulo fue levantado del suelo pues no veía nada y lo trasladaron a Damasco.
Los cristianos de Damasco no querían saber nada de Saulo. Normal. Iba a por ellos con toda su saña. Pero Jesús escogió a un hombre llamado Ananías que fuera junto a él. Ananías discutirá con el Señor recordándole lo peligroso que era Saulo. Finalmente, cederá e irá a junto al de Tarso para curarle su ceguera y bautizarlo. Todos quedaron atónitos al comprobar como Saulo empezaría a predicar en las sinagogas afirmando que Jesús era el Hijo de Dios.
Seguidamente, Saulo marchó a Arabia durante un tiempo. Regresaría a Damasco. Seguía predicando con fuerza y empezó a recibir amenazas. Hubo de huir de la ciudad siendo descolgado desde lo alto de la muralla metido en un cesto porque querían matarlo. Ahora, Saulo era el perseguido.
Fue a Jerusalén para reunirse con los Doce. La comunidad cristiana todavía le recordaban como acusador y encarcelador de sus hermanos en la fe. Muchos cristianos habían huido tras el martirio de Esteban. ¿Quién podría creer el cambio en Saulo? No era fácil.
Bernabé, que sería su futuro compañero, se mostró dispuesto a escucharle. Al ver que contaba la verdad lo llevó junto a los Apóstoles y les pidió que lo oyesen.
Cuando todos se convencieron de que Saulo era realmente cristiano, los Apóstoles dieron gracias a Dios por haberles enviado tan gran aliado y le dieron la bienvenida al Camino, denominación que identificaba a los cristianos en aquel entonces.
Saulo se dedicaría a predicar el Evangelio a los gentiles y a raíz de ello se convirtieron miles de personas.