Semblanza
Para entender a San Mauro tenemos que hablar de su relación con el Abad San Benito, padre del monacato occidental, el fundador de la gran familia de monjes por antonomasia, los Benedictinos.
La vida monástica, a partir del siglo V, sería “monopolizada” por esta Orden cuya vida fue “regulada” por la Regla de San Benito.
Esta Regla fue tan importante que en el futuro regularía la vida de miles de monjes a lo largo de los siglos venideros. El monje ya no seguiría únicamente al abad que fundase un monasterio y redactase algunas pautas de conducta, sino que seguirá la normativa de San Benito convirtiéndose en la regla por excelencia del monacato occidental.
De ahí que a San Benito se le considere en justicia Patriarca de los monjes de Occidente.
San Benito, nacido en Nursia, instruido en Roma, de la familia de los Anicios, habría de salir del ambiente degradante de la Roma de su tiempo ya en manos Ostrogodas.
En la soledad de Subiaco, viviría como un anacoreta o ermitaño. Allí castigaría su cuerpo para ir amoldándolo a la vida y misión que le aguardaba.
Descubierto por unos pastores, empezaría a recibir a admiradores de su santidad y a aceptar súplicas para que dirigiese la vida de ciertos monasterios. A todos intentó llevar a una vida de rigor. Pero no agradó su exigencia.
Volvió a la cueva de Subiaco mas por poco tiempo. Al cabo de meses se volvieron a agregar discípulos, y las familias nobles romanas le quieren confiar la formación de sus hijos que se los ofrecen para que los eduque en el temor de Dios.
En este preciso instante, Equicius le confía a su hijo MAURO, y así otras familias de raigambre.
Tras un intento de asesinato por parte de un sacerdote recomido por la envidia, San Benito, junto con MAURO y Plácido, (sus más famosos y fieles discípulos) y otros discípulos, se dirigió a Monte Casino, entre Roma y Nápoles. En este lugar se levantaría el célebre monasterio, que llegaría a ser la casa madre de la nueva orden.
Desde el principio, parece ya llamado MAURO a ser el sucesor de San Benito al ser ayudante directo suyo. En su momento, se hará cargo de la casa en Montecasino.
Fundará diversos monasterios en Francia. Es grande su santidad de vida. De hecho, muchas son las curaciones milagrosas que realiza, viendo en él los demás un Taumaturgo, es decir un hombre bueno cuya trayectoria era acreditada por Dios con esos signos milagrosos.
Tampoco se pueden pasar por alto sus conversaciones con el conde Gaidulfo, enemigo acérrimo de los monjes franceses y al que poco a poco va cambiando su forma de ser en una situación más benevolente. Todo esto repercute, igualmente, en su espíritu penitencial que le acompaña todo el tiempo, y gracias al cual se preparará para una muerte santa y digna. Así ve las cosas desde el prisma de la Divina Providencia. Muere el 15 de enero del año 583.