Hoy hablaremos de los destinatarios primeros de este Evangelio.
En Antioquía se localizaría la comunidad a la que se dirigiría este escrito.
Se la describe como una comunidad fundamentalmente judeocristiana, pero con un número cada vez mayor de conversos procedentes de la gentilidad.
Acerca de su relación concreta con la sinagoga, hoy en día los autores divergen. Unos creen ver en el Evangelio la huella de una polémica interna que sería la comunidad de San Mateo, todavía observante de la Ley, seguiría participando de la vida de la sinagoga. Otros, prefieren, dicho con prudencia, hablar de una comunidad judeocristiana, efectivamente, pero ya desligada de la sinagoga, aunque permaneciendo el debate y la controversia con ella.
Ésta última es la más probable.
Con todo, en atención a los expertos, no se debe ligar en demasía un documento antiguo a una única comunidad, cristiana en este caso. Las comunidades cristianas, en aquel entonces, estaban abiertas a muchas sensibilidades. Y tampoco hemos de pensar que las comunidades cristianas antiguas viviesen aisladas pues había contacto continuo entre muchas de ellas. De ahí, que la tradición se pusiese por escrito para transmitir las enseñanzas de una manera más firme y más segura, y para que llegase al mayor número de prosélitos.