En palabras del Papa Pablo VI, en su Exhortación Apostólica “Marialis Cultus”, (1974), el primero de año, tras la nueva ordenación del periodo natalicio, ha querido que se celebrase la Maternidad de María. Ésta se ha fijado, pues, en el primero de enero, en atención a sugerencias de la Liturgia de Roma de la antigüedad cristiana. Efectivamente, se festejaba la memoria de la Virgen María en torno la Navidad ya en el siglo VI. En el siglo VIII alcanzó un momento esplendoroso de celebración bajo el título “Natale Sanctae Mariae”.
Se celebra, pues, la parte que tuvo María en el misterio de salvación y se exalta la singular dignidad de que goza la Madre Santa, por la cual merecimos recibir al Autor de la Vida
Los textos de este día insisten en la maternidad divina y virginal de Santa María.
Su maternidad es contemplada menos como un privilegio que como manifestación del papel privilegiado que ocupa Nuestra Señora en la obra de la salvación.
Gracias a María Santísima, Madre de Dios verdaderamente, se ha hecho posible celebrar el misterio de estas Pascuas.