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Según Juan Pablo II, la familia cristiana, al participar en la naturaleza trinitaria, tiene como misión clave “custodiar, revelar y comunicar el amor”. Esto se hará por medio de cuatro tareas:
- FORMAR UNA COMUNIDAD DE PERSONAS, la familia ha de ser una comunidad auténtica de personas en la que se afirme la dignidad de todos. En el centro de esta comunidad se encuentra el vínculo indivisible del amor, representado en el matrimonio.
- TRANSMITIR LA VIDA, esto es, materializar en la historia la bendición del Creador, transmitiendo la imagen divina de persona a persona mediante la procreación. Únicamente una perspectiva integral de la persona humana que vincule las dimensiones procreativa y unitiva de la sexualidad puede preservar la dignidad de la persona y honrar a Dios.
- PARTICIPAR EN EL DESARROLLO DE LA SOCIEDAD, la familia, al ser fiel a su propia identidad cristiana, que es ser comunidad de amor y de relaciones auténticas, custodia y transmite también virtudes y valores auténticos en el seno de la misma familia y en la sociedad como conjunto.
- CONSTRUIR EL REINO DE DIOS, que significa participar en la vida de la Iglesia, por eso, Juan Pablo II llamaba a la familia “Iglesia en miniatura”. La familia cristiana está inserta en el Misterio de la Iglesia y está llamada, pues, a comunicar el amor de Cristo a sus hermanos, convirtiéndose así en una comunidad de salvación para el mundo. Y de redención.