Definir la familia no es fácil.
El hecho es que este término designa una amplia gama de formas sociales primarias que presentan estructuras muy diferentes de una cultura a otra. Pero esto no significa que la familia no pueda ser definida. Para este propósito es necesario especificar desde qué punto de vista se la observa. Veamos:
EN EL ORDEN NATURAL, la familia es la expresión de necesidades biológicas y psicológicas vinculadas a la propia estructura de la persona humana, en cuanto que sexuada (varón/mujer), y a la consiguiente procreación de nuevas generaciones.
A NIVEL SOCIAL, la familia está configurada como un grupo primario vinculado por vínculos especiales de carácter afectivo y moral, en la relación de pareja y en la relación de filiación, entretejidas entre sí.
A NIVEL CULTURAL, formar una familia significa adoptar un estilo de vida basado en el don mutuo y el pleno intercambio de recursos para satisfacer las necesidades de la vida cotidiana.
EN EL ORDEN PSICOLÓGICO, la familia es el producto de la experiencia, de las vivencias y de la acción en conjunto y comunicación entre todos.
EN EL ORDEN TRASCENDENTAL, la familia es el símbolo de una relación en que las personas que pertenecen a ella pueden ver realizada su felicidad personal más íntima y plena. Este último orden de realidad está estrechamente relacionado con el orden de la realidad sobrenatural de la religión, que ilumina el sentido trascendente de la familia y le aporta una espiritualidad. En particular, para el cristianismo, dado que existe cierta relación entre el amor humano y el amor divino (Benedicto XVI), la familia emerge y se realiza en la medida en que las personas actúan con amor auténtico, inspirándose en el del Dios trinitario.
En general, toda cultura tiende a darse una representación “normal” de la familia aun cuando puedan existir otras estructuras “familiares” disformes.
La llamada “pluralización” de estas formas que surge en sociedades altamente modernizadas indica, no que la familia desaparezca, sino que nos enfrentamos a un proceso de diferenciación de la forma histórica de la familia. Y que es necesario distar.
Como resultado, la sociedad debe re-conocer, de nuevo, la familia para distinguirla de otros tipos de relaciones, es decir, de aquello que NO ES PRECISAMENTE FAMILIA.
(Pierpaolo Donati, profesor “Alma Mater” de la Universidad de Bolonia).