La Iglesia Católica, fundándose en los datos explícitos de la Sagrada Escritura, ha creído y enseñado siempre que el mundo actual, tal como Dios lo ha formado y existe en la realidad, no durará siempre.
Llegará el día –no sabemos cuándo- en que terminará su constitución actual y sufrirá una honda transformación.
Esto, y otras cuestiones, es lo que estudia el tratado de teología dogmática de la Escatología (el estudio de la Nueva Creación) o Novísimos, como se llamaba anteriormente, esto es, la Últimas Realidades o Postrimerías.
Signos precursores:
- LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO EN TODO EL MUNDO: lo anunció el mismo Cristo al decir a sus apóstoles que el Evangelio sería predicado en todo el mundo. No hay que entenderlo en el sentido de que todas las gentes se convertirán de hecho al cristianismo, sino únicamente que el Evangelio se propagará suficientemente por todas las regiones del mundo, de manera que todos los hombres que quieran puedan convertirse a él. (Mt 24, 14).
- LA APOSTASÍA UNIVERSAL: lo anunció Jesucristo y lo repitió San Pablo. Esta apostasía de la fe no será total y absoluta en todo el género humano, ya que la Iglesia no puede desaparecer. Pero es difícil precisar su verdadero alcance y significación. Sí la protagonizarán los estados, y muchas almas, pero muchas otras almas sencillas y nobles se conservarán incontaminadas. (2Tes 2, 3).
- LA CONVERSIÓN DE LOS JUDÍOS: en contraste con la apostasía casi general, habrá de verificarse la conversión de Israel anunciada por San Pablo (Rom 11, 25-26). Dios permitió la apostasía de su pueblo predilecto para llevar la salvación a los gentiles. Pero se arrepentirán y volverán a ser injertados en su propio tronco, ya que las promesas de Dios son irrevocables.
- EL ADVENIMIENTO DEL ANTICRISTO: Consta también en la Sagrada Escritura. Entre los Santos Padres y teólogos prevaleció la idea que más que una herejía o persecución sería una persona individual que desplegará un gran poder de seducción con falsos prodigios. San Juan dice que ya está en el mundo. (1Jn 4, 3).
- LA APARICIÓN DE ELÍAS Y HENOC: otra señal misteriosa, que sólo de una manera muy confusa puede apoyarse en la Sagrada Escritura (Mal 4, 5-6; Heb 11, 5; Ap 11 3-13).
- GRANDES CALAMIDADES PÚBLICAS: Jesucristo anuncia en el Evangelio varias de estas calamidades (Mt 24, 6-8). Forman parte de su discurso escatológico. En él habla de la ruina de Jerusalén, del fin del mundo, y, en ocasiones, de ambos hechos a la vez. Lo que sí sabemos es que todos iremos al encuentro de Cristo en la hora de nuestra muerte, y El, asimismo, también vendrá a nuestro encuentro como Juez.
Fuere como fuere la concreción exacta de estos acontecimientos sí sabemos que seremos, y ya lo somos a cada paso, sometidos a una prueba final que rayará casi en el agotamiento.
Con todo, el Señor nos anima a la entereza y mantener alta nuestra cabeza en medio de esas alteraciones cósmicas, y morales, pues significarán la proximidad del cumplimiento de la afirmación de que Dios lo será, por fin, todo en todos (1Cor 15, 28).