Las almas del Purgatorio tienen la voluntad, los deseos, en concordancia con la Voluntad de Dios, Quien arroja sobre ellos Su Bondad, y ellos, hasta donde pueden, son felices y se limpian de todos sus pecados. En cuanto a la culpa, estas almas llegan a estar limpias como lo estaban cuando Dios las creó. Dios perdona sus culpas inmediatamente al dejar este mundo si ha habido confesión de los pecados y arrepentimiento o voluntad de no cometerlos más. Sólo las manchas que han dejado los pecados es lo que deberá limpiarse mediante el fuego. Y una vez limpias de toda culpa y unidas a la voluntad de Dios, ellas ven con claridad el grado en el cual El se les revela y ven cuán importante es disfrutarlo a El, y que estas almas han sido creadas para este fin.
Además, son llevadas a unirse con Dios y movidas hacia El en tal sabiduría, con Su natural instinto hacia las almas funcionando en ellas, que ni argumentos ni figuras ni ejemplos podrían hacerlo claro cuando la mente conoce esto por medio de su sentimiento interno y lo comprende.