Hoy, 16 de octubre, la Iglesia celebra a:
- San LONGINOS, soldado. Jerusalén. Abrió el costado de Cristo. (s. I).
- San ELIFIO, mártir. Toul, Galia. (s. IV).
- Santos MARTINIANO y SATURIANO, mártires. Norte de África. Junto con dos hermanos suyos, todos los cuales, durante la persecución de Genserico, eran esclavos de un vándalo, y fueron convertidos a la fe por otra esclava, Santa Máxima, virgen. Por su constancia en la fe fueron apaleados con varas nudosas hasta descubrir sus huesos, y desterrados a la región de los mauritanos. Por convertir algunos de ellos a la fe, fueron condenados a muerte. Santa Máxima terminó como madre de vírgenes en un monasterio. (s. V).
- San AMANDO y JUNIANO, eremitas. Limoges. Maestro y discípulo, respectivamente. (s. VI).
- San GALO, presbítero y monje. Germania. Aún adolescente fue recibido por San Columbano en el monasterio de Bangor, en Hibernia para dedicarse a propagar el Evangelio en estas regiones y enseñar a los hermanos la disciplina monástica. (645).
- San MUMOLINO, obispo. Noyon. Siendo monje, ayudó a san Audomaro en la tarea de evangelizar, hasta que fue elegido obispo para suceder a San Eloy. (680).
- San LULO, obispo. Heresfelde, Franconia. Obispo de Maguncia, que, siendo compañero y colaborador de San Bonifacio en la misión de evangelizar, fue ordenado obispo por él, para que fuese maestro de los presbíteros, doctor de la Regla para los monjes, predicador fiel y pastor para el pueblo de Dios. (786).
- San VIDAL, eremita. Retz, Nantes. (s. VIII).
- San GAUDERICO, agricultor. Mirepoix, Pirineos. Célebre por su devoción a la Virgen María. (900).
- Santa BONITA, virgen. Clermont-Ferrand. (s. IX).
- San ANASTASIO, monje. Pamiers, Pirineos. Nació en Venecia, abrazó la vida eremítica en la isla de Tombelaine, cerca de Mont-Saint-Michel, y pasó después al monasterio de Cluny, donde terminó viviendo en soledad. (1085).
- San BERTRÁN, obispo. Pirineos. Siguiendo los consejos del papa San Gregorio VII trabajó incansable para la reforma de la Iglesia, reconstruyó su ciudad abandonada y derruida, edificó la iglesia catedral, e instituyó en ella una comunidad de canónigos regulares según la Regla de San Agustín. (1123).
- Beato GERERDO, abad. Reims, Galia. Abad de Clairveaux, que durante la visita que hacía en este monasterio fue asesinado por un monje al que había reprendido. (1177).
- Santa EUDIVIGIS, religiosa, Trebnitz, Alemania. Nació en Baviera, y duquesa de Silesia, demostró gran interés en ayudar a los pobres, para los cuales fundó hospicios. Fallecido su marido, se retiró en el monasterio de monjas cistercienses que ella mismo había fundado, y del que era abadesa su hija Gertrudis, lugar donde terminó su vida. (1243).
- San GERARDO MAJELLA, religioso. Campania. Redentorista. Lleno de amor por Dios, abrazó un género de vida austera, y consumido por el celo por Dios y las almas, aún joven descansó en el Señor. (1755).
- Beatos ANICETO KOPLINSKI, y JOSÉ JANKOWSKI, presbíteros y mártires. Cracovia. Capuchino, el primero; apostolado católico, el segundo. Deportados desde Polonia a un campo de concentración donde fueron asesinados en la cámara de gas, el primero, y a manos de los guardias, el segundo. (1941).
Hoy recordamos especialmente a SANTA MARGARITA MARÍA de ALACOQUE
Nació en 1647 en Lautecour, quinta y única hija de un notario real, que falleció en 1655, por lo que la madre hubo de hacerse cargo de los cinco hijos.
Creció hasta los ocho años educada en la familia, y en 1656 la madre la llevó a las clarisas de Charolles. Allí se sintió fuertemente atraída por la vida religiosa y de recogimiento, pero, pasados dos años, hubo de abandonar el convento a causa de una grave enfermedad.
De nuevo con su madre, y sometidas ambas a un trato duro por su familia paterna, vivió años muy difíciles, en los que se refugió en su propio interior. afrontó también enfermedades de la madre pero, sobre todo, escuchó al Maesro, que iba modelando su espíritu. Se le acentuó la afición al retiro y la devoción a la Sagrada Eucaristía, aunque sentía temores, por su indignidad.
Su madre y sus hermanos deseaban que contrajera matrimonio, pero ella quiso ser fiel a su entrega al Señor que había hecho ya desde niña.
Dispuesta a asumir la vida religiosa, se dirigió al monasterio de la Visitación en Paray-le-Monial, donde recibió el hábito en 1671.
Profesó en 1672. Fue una religiosa ejemplar, de profunda vida interior, y el Señor la favoreció con destacadas gracias místicas.
Un año después de su profesión, en 1673 tuvo la primera revelación del Corazón de Jesús, seguida de muchas otras, en las que también experimentaba los dolores de la Pasión.
A la vez, fue muy tentada por el enemigo.
El padre Claudio de La Colombière fue enviado a Paray como superior de los jesuitas en 1675. Sería este jesuita quien recogería las revelaciones hechas por el Señor a Margarita María. Él confirmó su origen divino y le pidió a ella que escribiera cuanto experimentaba en su interior.
En 1675, en verano, tuvo la última de las revelaciones. Se le dijo “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres”.
Para honrarlo se debía instituir una fiesta el primer viernes después de la octava del Corpus Christi, fiesta principalmente de reparación por los pecados de los hombres. Margarita María comunicó este deseo al Padre La Colombière, pero éste marchó a Inglaterra en ese año después de haberse consagrado al Corazón de Jesús junto con ella.
Después de un largo periodo de pruebas por incomprensiones de la nueva superiora del convento, en 1685 Margarita María fue nombrada maestra de novicias, por lo que pudo comenzar a ir propagando esta devoción.
En 1686 la comunidad celebró por primera vez la fiesta, y, con el tiempo Paray-Le-Monial se convirtió en el centro desde donde se difundió esta devoción.
Margarita María fue maestra de novicias hasta 1687, en que fue elegida ayudante de la superiora, y ese mismo año tuvo la última visión del Corazón de Jesús. Murió santamente en 1690.