Cultura Bíblica – 6 ¿Por qué Jesús se negó a hacer milagros en su pueblo?
Llama mucho la atención que Jesús no haya hecho ningún milagro en su propio pueblo de Nazaret.
Una de las pocas veces que se nos narra que Jesús no realizó signos milagrosos es esta de la visita a Nazaret. En el Evangelio de san Lucas y también san Mateo, atribuye esta falta de signos a que ningún profeta es bien recibido en su tierra y por los de su propia casa.
El mismo Señor pone los ejemplos de Naamán, el sirio que fue sanado de la lepra en tiempos del profeta Eliseo, y el de la viuda de Sarepta ciudad de Tiro cuando la gran sequía. En este caso perece ser una intención clara del Señor no querer convencer a sus paisanos a base de milagros.
San Marcos, por su parte, menciona que no querían creer en Él y que el Señor se extrañaba de su falta de fe (Mc 6,6). En todos los relatos sí se afirma la extrañeza de los habitantes de Nazaret sobre la elocuencia y se preguntaban “¿de dónde le habrá venido?”.
Fuera de este episodio, Jesús se negó a hacer bajar fuego del cielo, o alguna cosa parecida, cuando unas personas se lo exigieron (cfr. Mt 12,38-39). También se negó a volver a multiplicar los panes cuando le pedían que les diera pan del cielo como el maná (Jn 6,31-33). Se negó a responder con qué autoridad había corrido a los mercaderes del templo porque no quisieron responderle si el Bautismo de Juan venía de Dios o solo de los hombres (Mt 21,25-26).
En otro orden de cosas, también se negó a convertirse en árbitro en la repartición de herencias (Lc 12,13).
Como podemos observar, el Señor Jesús se condujo con libertad frente a toda clase de solicitudes que le hacían o bien de necesidades de personas que estaban cerca de Él.