Suele pasar que cuando hablamos de los santos, los vemos lejanos. Ajenos a nuestra realidad, a nuestro tiempo, a las dificultades que vivimos. Tal vez decimos que eso de la santidad es solo para algunos “elegidos” o solo para gente con muchísima fortaleza, que vive situaciones especiales que yo no estoy dispuesto a vivir, o que las encuentro imposibles de realizar.
La madre Teresa de Calcuta, hoy beata y dentro de unos pocos días canonizada santa, viene a nuestras vidas echar esas teorías o ideas por los suelos. Ella es alguien de nuestro tiempo: ha vivido el hambre, la guerra, los adelantos tecnológicos, ha viajado por el mundo y nos ha hablado a todos.
Más de uno hemos leído y utilizado sus frases, hemos hablado sobre su obra y contribuído con sus obras sociales; hemos escuchado su discurso sincero y lleno de verdad ante el pleno de la ONU, y nuevamente somos tentados a pensar que ella era algo así como una super mujer, y que sí lo era, pero al parecer su mérito estaba por encima de las obras o de los discursos
En el interior de la Madre Teresa existía un “desierto” seco y abandonado. Durante gran parte de su vida, tuvo luchas internas muy fuertes, incluso llegó a sentirse rechazada por Dios, casi desamparada. Sí, ella era así como tú y como yo, frágil. El punto de quiebre está en que la Madre Teresa vivió esas oscuridades de las que muchos ni nos atrevemos a hablar, de una manera distinta. Las vivió en el amor, en el amor al otro. En ese amor que ama sin esperar encontró la fortaleza para seguir una vida santa aún sintiéndose abandonada. Me atrevería a decir que ella sabía que su sentir era distinto a la realidad. Tal vez muy en el fondo ella sabía que así no sintiera a Dios, Él siempre estaba ahí. Aunque no percibiera su presencia o su cercanía, eso no significaba que Él no existiera. ¿Cuántas veces hemos pensado que Dios no existe solo porque no lo sentimos?
¡Qué en estas frases encontremos esa inspiración y esa fuerza para empezar a amar así como ella lo hacía! Creo que ella amó en la misma intensidad en la que deseaba sentirse amada. Qué diferente sería el mundo si siguiéramos su ejemplo.