Bienaventuranzas: Diferencias y similitudes entre san Lucas y san Mateo
Bienaventuranzas de san Lucas y san Mateo
Existen varias versiones de las bienaventuranzas, unas en san Mateo y otras en san Lucas, ¿en qué se parecen y en qué se diferencian?
Los parecidos
Los parecidos que encontramos entre las bienaventuranzas de san Mateo (Mt 5,3-12) y las de san Lucas son que ambos conjuntos sirven para abrir un discurso más prolongado, en san Mateo se conoce como el Sermón de la montaña (Mt 5-7) y en san Lucas como el sermón de la llanura (Lc 6,20-49).
Ambos conjuntos inician con la bienaventuranza a los pobres. Coinciden además en otra que es sobre aquellos que pasan hambre, pues serán saciados.
Otras dos de las que leemos hoy en san Lucas contienen otras palabras, pero son muy semejantes: Mientras san Mateo habla de los que sufren, san Lucas habla de los que lloran; y en la última de las bienaventuranzas ambos hablan sobre persecuciones, calumnias y maltratos por causa de Jesús (el Hijo del hombre), en ambas habla de la gran recompensa en el Cielo.
Las diferencias
Las diferencias son las siguientes: San Mateo nos da ocho bienaventuranzas mientras san Lucas nos da solamente cuatro.
San Lucas contrapone las cuatro bienaventuranzas a cuatro ‘ayes’ que se oponen diametralmente a las bienaventuranzas: pobres-ricos; los que lloran-los que ríen; los hambrientos-los hartos; los perseguidos-los bien aceptados.
San Lucas establece muy fuertemente la distancia entre el ahora y el momento final, a los que les va mal ahora después les irá bien, en cambio, a los que les va bien ahora les irá mal después. San Mateo, en cambio, solo en algunas de las bienaventuranzas ocupa esta distinción entre el ahora y el después.
Difieren un poco en los dos contextos, ya que san Mateo prácticamente nos presenta a Jesús como el nuevo Moisés, que desde la montaña dicta la Ley de la Nueva Alianza.
El contexto de san Lucas no es tan intenso en el sentido de la Nueva Alianza, pero sí insiste en la novedad de la moral cristiana con respecto a los valores de este mundo, los cuales carecen de consistencia, porque se sustentan solo en el goce presente sin tener en cuenta el gozo definitivo de la vida eterna.