El historiador Rodney Stark aborda las muertes, torturas, quemas de brujas…
La leyenda negra que pesa contra la Iglesia Católica y que tiene su gran punto de unión con la que persigue a España tiene como protagonista al mito de la Inquisición española, una supuesta auténtica máquina de matar y torturar a decenas de miles, e incluso según algunos historiadores, a cientos de miles de personas durante los siglos en los que estuvo activa.
Algunos historiadores y escritores del siglo XX y XXI siguen alimentando estas historias nacidas en el siglo XVI en países en ese momento de guerra con España. Así, Edmon Paris habla de 10.000 ejecutados y 125.000 muertos por tortura o inanición en las cárceles de la inquisición.
Simon Whitechapel habla de más de 100.000 ejecutados, y otros hablan de cifras que van desde los 31.000 hasta los 300.000 muertos. Pero no sólo los historiadores han propagado esta visión sangrienta de los tribunales eclesiásticos españoles, sino que novelistas, pintores y hasta guionistas de cine han ayudado a que en la conciencia popular se identifique Inquisición con muerte y tortura.
Sin embargo, Rodney Stark, reputado doctor en Sociología y gran experto en Historia desmonta toda esta leyenda negra contra la Iglesia. Y no lo hace por una cuestión personal puesto que no ni católico. Se basa en su búsqueda por la verdad y la exactitud de los datos.
Stark ha escrito cuarenta obras y obtuvo el doctorado por la Universidad de Berkeley (California), en la que trabajó como investigador en el Survey Research Center y en el Center for the Study of Law and Society. Más tarde fue profesor de Sociología y Religión Comparada en la Universidad de Washington. Desde 2004 trabaja en la Baylor University. Stark ha sido presidente de la Society for the Scientific Study of Religion y de la Association for the Sociology of Religion, y ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su eminente trabajo. Educado como luterano, se ha identificado como agnóstico, pero recientemente se autodenomina «cristiano independiente».
En su libro Falso Testimonio. Denuncia de siglos de historia anticatólica (SalTerrae), Stark desmonta las leyendas que durante siglos han lanzado contra la Iglesia Católica, y uno de los capítulos lo dedica precisamente a la Inquisición.
La verdadera realidad de la Inquisición
“El informe estándar sobre la Inquisición española es en buena medida una sarta de mentiras, inventadas y difundidas por propagandistas ingleses y holandeses en el siglo XVI, coincidiendo con las guerras que estas dos naciones sostuvieron con España, y repetidas desde entonces por historiadores maliciosos o mal informados interesados en confirmar una imagen de España como nación de fanáticos intolerantes”, afirma.
Stark se basa en los estudios realizados por diferentes historiadores que analizaron todos los archivos de las Inquisiciones de Aragón y Castilla: 44.674 casos entre los años 1540 y 1700.
Así, por ejemplo, en la ciudad de Toledo, entre 1575 y 1610 se produjeron tan sólo doce autos de fe, en los que se presentaron 386 acusados. Y rara vez un auto de fe terminaba con la entrega del reo a las autoridades civiles para su ejecución. Hubo de media en esta importante ciudad un procedimiento de este tipo cada tres años en ese periodo, lejos de las leyendas que hablaban de ejecuciones constantes en todo el territorio.
¿Cuántos muertos hubo en realidad? Según este experto los primeros 50 años de la Inquisición, que no entraban en el estudio citado anteriormente, pudieron ser los más sangrientos con una cifra de ejecutados que podría llegar a 1.500, es decir, 30 al año. Pero sobre este periodo, Stark asegura que faltan datos.
De lo que hay mucha más información es del periodo que va de 1540 a 1700. En ese tiempo de los 44.674 acusados fueron ejecutados 826 personas, un 1,8% del total, es decir, poco más de 5 ejecuciones por año. Si se sumaran también las de los primeros cincuenta años, entre 1480 y el 1700 se habrían llevado a cabo una media de 10 ejecuciones anuales.
La tortura, la imagen característica de la Inquisición
Pero la leyenda negra no se quedó en la abultada cifra de muertos, sino que la tortura es el gran signo que representa a la Inquisición española. Aquí también Rodney Stark enmienda la plana a estos historiadores y señala que “todos los tribunales de Europa utilizaron la tortura, pero la Inquisición lo hizo en una medida mucho menor que otros tribunales. En primer lugar, porque la legislación eclesiástica limitaba la tortura a una sesión que no durase más de quince minutos, y no podía ponerse en peligro ni la vida del reo, ni siquiera alguno de sus miembros. ¡Tampoco podía derramarse sangre! Esto no quita que aún con estas limitaciones se pudiera hacer daño a los acusados, pero eran los propios inquisidores los que dudaban de la eficacia de la tortura.
Thomas Madden, director del Centro de Estudios Medievales y Renacentistas en la Universidad de Saint Louis, ha calculado que los inquisidores españoles recurrieron a la tortura en aproximadamente el 2 por ciento de todos los casos que pasaron por sus tribunales.
Es más, muchos estudiosos coinciden en que las cárceles de la Inquisición fueron con mucho las más confortables y humanas de Europa. Madden afirma, según recoge Stark, que en la documentación aparecen casos curiosos de “criminales que en España decidían blasfemar a propósito para que los trasladasen a cárceles de la Inquisición”.
La quema de brujas
Stark también analiza otro punto que ha dado mucho juego al cine y la literatura: la quema de brujas. En su opinión, “entre las estadísticas históricas tal vez ningunas hayan sido tan ofensivamente infladas como las que se refieren al número de personas ejecutadas como brujas entre aproximadamente los años 1450 y 1700”.
Aunque se reconoce que los protestantes quemaron a numerosas mujeres acusadas de bruja, son muchos los historiadores que han colocado a la Inquisición nuevamente como líder en este campo. Pero ni las cifras de quemas de brujas son tantas en el ámbito protestante, ni la Inquisición mantuvo un liderazgo en estos casos.
El historiador William Monter, experto en esta materia, afirmó que en el periodo en el que la caza de brujas alcanzó su cota más alta en la mayor parte de Europa (1540-1640), la Inquisición de Aragón sólo ejecutó a doce personas por superstición y brujería.
Por su parte, otro historiador como era Henry C. Lea, abiertamente anticatólico, reconoció que la caza de brujas “se había llevado a cabo de forma comparativamente inocua” en España, y que esto “se había debido a la sabiduría y firmeza de la Inquisición”.
La quema de libros es otra de las acusaciones recurrentes contra la Inquisición. Es cierto que se quemaron algunos libros. Afirma Stark que muchos de éstos “contenían herejías teológicas –por ejemplo, doctrinas luteranas-, pero entre los libros quemados hubo muy pocos –o tal vez ninguno- de carácter científico. Los españoles nunca incluyeron las obras de Galileo en su lista de libros prohibidos”.
Lo que llama la atención a este historiador es que la mayoría de los libros que fueron quemados “eran considerados pornográficos. Por lo visto, aunque los primeros libros impresos fueron Biblias y libros de oración, los impresores no tardaron en descubrir la existencia de un activo –aunque clandestino- mercado de literatura obscena”.