“PAZ Y RECONCILIACIÓN NUESTRA”
Toda la obra de la Salvación está ya realizada por parte de Dios, pero desde otro punto de vista se continúa actualmente hasta el fin de los tiempos.
El Corazón de Jesucristo anhela destruir el odio entre los hombres. El vino para realizar la obra de reconciliación y pacificación del hombre con Dios y luego entre los demás hombres, como fruto de la primera.
Pero del hecho de ser Dios el autor primero y principal de la reconciliación no se sigue que el hombre tenga en ella una actitud pasiva: debe acoger el don de Dios. La acción divina no ejerce su eficacia sino para los que están dispuestos a aceptarla por la fe.
Hemos de abrirnos al mensaje de amor que brota del Corazón de Jesucristo para hacer un mundo mejor, más humano, más divino.
Cristo, en el amor de su Corazón, parte del principio de que la humanidad es la gran familia de Dios, en la cual todos son hermanos, iguales en dignidad y destino, hijos del mismo Padre, que a todos ama por igual y por todos entrega a su propio Hijo.
Para el Corazón de Cristo los males del mundo no se encuentran fuera del hombre, sino en el interior de los corazones.