“FUENTE DE TODO CONSUELO”
Cristo se ha asociad a nuestros dolores. El ha padecido por nosotros y nos ha merecido gracias sobreabundantes para superar todo dolor y angustias, por la cuales nos asociamos a sus padecimientos.
El Padre Eterno le ha concedido el ser fuente de todo consuelo. Es precisamente su Corazón benignísimo, esto es, amable y compasivo hacia toda humana desventura, física y moral, el que lo hace causa de todo alivio.
El consuelo es bueno y fructuoso si aleja del mal y atrae el bien. Cualquier mal que nos afecte puede ser aliviado por el piadosísimo Corazón de Jesucristo: o nos libra de él o lo hace tolerable, aceptable y fructuoso, con lo cual nos ofrece un don mayor que la simple desaparición del mal, pues nos eleva a un orden sobrenatural que aumenta nuestro mérito y es causa de un grado de felicidad inefable, como el mundo no puede conocer.