“PROPICIACIÓN POR NUESTROS PECADOS”
Jesús durante su vida de Víctima, sufrió porque quiso sufrir. Su muerte fue libremente aceptada y sufrida por amor. Amor al Padre, ofendido por los pecados de los hombres, amor a los hombres para redimirlos de sus pecados y hacerlos gratos al Padre. Con razón se invoca al Corazón Sacratísimo de Jesús como “propiciación”.
Por esto el Corazón de Jesucristo nos llena de confianza. Es un “propiciatorio” infinitamente más eficaz que el del Antiguo Testamento. Su propiciación hizo la obra más excelsa de cuantas podemos esperar los hombres: la redención de los pecados de la humanidad. Cristo nos ha dado su tiempo, sus fuerzas, sus fatigas, sus sudores, los trabajos de su Cuerpo; más aún, sus pensamientos, sus palabras, sus cuidados, su ternura. Los tesoros de su ciencia, de su sabiduría, de su bondad; los tesoros de su Corazón y de su vida íntima, sus oraciones, sus ejemplos, sus virtudes, sus dolores, su vida, sus méritos, su Amor. No es posible llevar más lejos la prodigalidad de sus dones. Esto, además de llenarnos de confianza sin límites, debe llevarnos a una correspondencia de amor.