- San COLMÁN, obispo y abad. Hibernia, Irlanda. Fundó el monasterio de Dromore desde el que predicó a Cristo. (s. VI).
- Santos PEDRO, presbítero, WALABONSOS, diácono, SABINIANO, WISTREMUNDO, HABENCIO y JEREMÍAS, monjes; mártires. Córdoba. Degollados por los musulmanes. (851).
- San ROBERTO, abad. Northumberland, Inglaterra. Cisterciense. Amante de la pobreza y de la vida de oración, junto con doce monjes instauró un cenobio, que a su vez fue origen de otras tres comunidades de monjes. (1157).
- San ANTONIO MARÍA GIANELLI, obispo. Piacenza, Italia. Fundó la Congregación de Hijas de María Santísima del Huerto, que se distinguió por su atención a los pobres y a la salvación de las almas, y que, con su ejemplo y dedicación, promovió la santidad entre el clero. (1846).
- Beata MARÍA TERESA de SOUBIRÁN LA LAOUVIÈRE, virgen. París. Fundó la Sociedad de Hijas de María Auxiliadora, de la cual fue después alejada, para pasr el resto de su vida en profunda humildad. (1889).
Hoy recordamos especialmente a BEATA ANA de SAN BARTOLOMÉ.
Nació en Ávila en 1549.
Sus padres eran ricos labradores y fervorosos cristiano, que se empeñaron en dar una sólida educación a la niña. Morirían cuando ella tenía 10 años.
Su familia la puso a guardar ganado.
A los 21 años los hermanos querían casarla. Pero ella ya se había decidido por entregarse a Jesús. La Virgen María le advirtió de la dureza de la prueba.
En 1570 ingresó en el monasterio de San José de Ávila, fundado por Santa Teresa de Jesús. Allí conoció a la Santa, y escuchó grandes consejos de ella.
San Juan de la Cruz también llegaría a ser su confesor, el cual la llevó por sendas de vida interior.
En 1572 profesó como hermana lega, y tomaría el nombre de Ana de San Bartolomé. Fue la primera hermana lega que admitió Santa Teresa.
Permaneció en Ávila hasta 1577. Allí hizo de enfermera, portera, provisora, ayudante de cocina y secretaria.
Atendió a Santa Teresa durante dos años cuando ésta rompiera el brazo. La acompañaba en sus viajes a Valladolid, Salamanca, Toledo, etc, y en la fundación de conventos de Madrid, Soria, Palencia, Burgos…
La acompañó hasta Alba de Tormes, donde la Santa caería ya en cama irreversiblemente. Ana la atendió filialmente. Estando las dos juntas exhalaría. Ana vio el corego de santos encabezado por el Señor que vinieron a buscar el alma de Santa Teresa.
En 1604, el futuro cardenal Bérulle, y otros dos caballeros vinieron desde Francia a España a solicitar que una comunidad de carmelitas descalzas pasara al país galo, porque querían que la reforma teresiana se implantara allí. Tras muchas negociaciones obtuvieron del padre general que seis religiosas marcharan a Francia, entre ellas Ana.
Se la hizo pasar de hermana lega a hermana de coro. Y en 1605 recibió las letras que la nombraban priora del segundo convento teresiano francés, el de Pontoise.
Tres años más tarde presidió ella la fundación del convento de Tours. En estas fundaciones tuvo que luchar por la independencia y la identidad de la orden.
Pasó luego a Amberes, donde estuvo los últimos catorce años de su vida, y donde recibió la vista de los archiduques y de la regente María de Médicis.
A sus oraciones se atribuye el haberse salvado la ciudad del asalto enemigo.
Murió santamente en 1626.