La devoción al Sagrado Corazón de Jesús nos introduce en esa “casa”, en ese “santuario” íntimo de Dios que es el mismo AMOR y nos muestra el AMOR a la vez divino y humano, reinando como un soberano sobre su trono. En esa “casa”, en ese “santuario” rendimos homenaje al AMOR divino, prototipo del amor humano, que se vale, para extender su reinado de todos los atributos de Dios: de su omnipotencia, de su sabiduría, de su santidad, de su longanimidad, de su eternidad. En ese “santuario”, en esa “casa”, se comunica a nosotros para elevarnos a un orden de ser y de obrar “divinos” por su gracia.
El Corazón de Jesús es también nuestra “puerta” del Cielo. Su AMOR fue el que le impulsó a realizar la obra de la redención por la cual fuimos salvados. Por el pecado el Cielo estaba cerrado para nosotros.
Dios es AMOR. El amor auténtico es activo. Dios actúa. Por eso realizó y se realiza la Historia de la Salvación entre Dios y los hombres. Esta Historia es la historia de un gran amor, que sobrevive a todas las crisis y a todos los juicios.
El Hijo fue enviado por el Padre para redimirnos. Nos amó, nos ama hasta el fin, hasta el extremo, hasta la perfección. Amó y se entregó, según la expresión de San Pablo.
Su Corazón sacratísimo es la puerta siempre abierta para la salvación, para el Cielo. Pasemos por ella.