Se acerca la Solemnidad de la Ascensión del Señor a los Cielos, uno de los hitos litúrgicos del calendario cristiano por celebrar uno de los Misterios más grandes de Jesucristo y, que, como todo Misterio dice relación directa con el hombre a quien se le ofrece de continuo la entrada en el Misterio de Cristo Redentor.
Así pues, tal como iremos viendo, la obra redentora de Jesús culmina con su Ascensión a los Cielos. La gloria que Cristo merece ya por su Encarnación en las entrañas de María Santísima, ya por su Redención, es exaltada con la subida al Padre. Y, como es sabido, la gloria debida por su obra soteriológica (salvadora) se cumplirá plenamente en la segunda venida, en la Parusía, al final de los tiempos.
Los teólogos nos enseñando la gran unidad que concurre en tres hechos “binarios”, que son acontecimientos cumbres, como dijimos, de la vida histórica de Jesús de Nazaret: Encarnación-Nacimiento; Crucifixión-Muerte; Resurrección-Ascensión. Así pues, la Resurrección está muy unida a la Ascensión del Señor. Afirmar esta unidad no es lo mismo que decir que se haya producido de inmediato, pues no fue así. Pasaron los cuarenta días que nos enseñan las Escrituras, en el Libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 1, 9-11). Pero están relacionadísimas por formar parte de un gran “acontecimiento” salvífico.
Nos acercaremos en los próximos días a este Misterio grande.