“SALUD DE LOS ENFERMOS”
En latín “salus” significa tanto “salud” como “salvación”. Dios quiere el bien integral del hombre; de su cuerpo y de su alma; su bienestar aquí en la tierra y su salvación eterna. La Salud y la Salvación se identifican con Jesucristo, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado por nosotros los hombres y por nuestra salvación, como profesamos en el Credo.
Jesús cura a los enfermos. A algunos les devuelve la salud física, como signo de una liberación más profunda, la sanación del pecado.
El Señor abre a quienes padecen una perspectiva nueva, dándoles, con la gracia, la posibilidad de transformar el sentido de la enfermedad; de unirse más íntimamente a su Pasión y a su Cruz a favor de la redención del mundo.
La Virgen es invocada por el pueblo cristiano como “salus infirmorum”. Ella, visitando a su prima Santa Isabel, nos estimula a atender con solicitud a quien pueda necesitar nuestra ayuda. Contemplando a María, asunta al Cielo, nuestro corazón se llena de esperanza, aguardando el momento final en el que la muerte, el último enemigo, y sus secuelas, sean definitivamente aniquiladas.
La intercesión de la Virgen abarca a todos los hombres, y su amor materno se vuelve consuelo y compasión con todos los que sufren.