- San URBANO I, papa. En Roma. Gobernó fielmente la Iglesia durante ocho años, tras el martirio de San Calixto. (230).
- Santos PARTENO y CALÓCERO, mártires. En Roma. Dieron insigne testimonio de Cristo en tiempo de Diocleciano. (304).
- San ADOLFO, obispo. En Arrás, Neustria. Y también obispo de Cambrai. (728).
- San DUNSTÁN, obispo. En Cantorbery. Como abad de Glastonbury, restauró y propagó la vida monástica. Fue promovido a la sede de Worcester, luego a la de Londres y, finalmente, a la de Cantorbery, trabajando siempre en todas ellas para promover la concordia de los monjes y de las monjas prescrita por las reglas. (988).
- Beata HUMILIANA, viuda. En Florencia. Terciaria franciscana. Como esposa soportó muy malos tratos con una paciencia y mansedumbre admirables, y luego, viuda, se entregó de lleno a la oración y a las obras de caridad. (1246).
- San IVO, presbítero. En Tréguier, Bretaña Menor. Ejerció la justicia sin distinción de personas, favoreció la concordia, defendió las causas de los huérfanos, viudas y pobres, y acogió en su casa a los desfavorecidos. (1303).
- Beato AGUSTÍN NOVELLI, presbítero. En Siena. Ermitaño de San Agustín, cultivador de la verdadera humildad y amante de la observancia religiosa. (1310).
- Beatos JUAN LORENZO de CETINA, presbítero, y PEDRO de DUEÑAS, religioso; mártires. En Granada. Franciscanos. Fueron degollados por mano del propio monarca, al haber ido a aquel reino a predicar a Cristo. (1397).
- Beato JUAN de SANTO DOMINGO MARTÍNEZ, presbítero y mártir. En Suzuta, Japón. Dominico. Murió por Cristo en la cárcel. (1619).
- Beato PEDRO WRIGHT, presbítero y mártir. En Londres. Habiendo abrazado la fe católica e ingresado en la Compañía de Jesús, donde fue promovido a las órdenes sagradas, en tiempo de la República, padeció martirio en Tyburn. (1651).
- San TEÓFILO de CORTE, presbítero. En Toscana. Franciscano. Propagó de modo especial las casas de retiro para los frailes, y mostró una gran devoción a la Pasión y a la Virgen María. (1750).
- San CRISPÍN de VITERBO, religioso. En Roma. Mientras recorría los pueblos de las montañas para mendigar limosna, enseñaba los rudimentos de la fe a los campesinos. (1750).
- Beato JUAN BAUTISTA JAVIER LOIR, presbítero y mártir. En Rochefort, Francia. Capuchino. Casi octogenario fue encerrado en un barco-prisión por ser sacerdote, fue encontrado muerto en posición de rodillas; estaba orando. (1794).
- Beato JOSÉ CZEMPIEL, presbítero y mártir. En Dachau. Nació en Polonia. Pereció en la cámara de gas de los nazis. (1942).
Hoy destacamos a SAN PEDRO CELESTINO
Pedro de Morrone nació en Isernia, Italia, en 1215, y recibió de su madre una educación cristiana muy profunda.
En 1232 profesó como monje en Santa María de Faifoli y se sintió llamado a la vida eremítica, lo que le hizo pasar por distintos monasterios.
En Roma fue ordenado sacerdote y obtuvo del papa Inocencio IV licencia para proseguir su vida ermitaña. Se estableció en Morrone y luego en Maiella, donde se le juntaron otros ermitaños.
Siguiendo su ejemplo, se fundaron colonias de ermitaños en otros lugares y, en 1263, el papa Urbano IV los constituyó en una nueva congregación con la regla benedictina.
Acudió al Concilio II de Lyon, y obtuvo del papa Gregorio X confirmación de su congregación, que en adelante se llamó Hermanos del Espíritu Santo o Celestinos.
Pedro de Morrone fue elegido superior de la congregación, pero renunció a su cargo y se recluyó en el eremitorio de San Onofre. Le acompañó una gran fama de santidad y de milagros.
En 1294 el cónclave lo eligió papa, ya octogenario, sin ser previamente ni obispo ni cardenal, y tomó el nombre de Celestino V.
Al poco, él mismo cayó en la cuenta de que no estaba preparado para tal responsabilidad y renunció al papado en diciembre de aquel año.
Para evitar problemas, su sucesor Bonifacio VIII lo recluyó en el castillo de Fumone, donde moriría santamente en 1296.