Hoy, 19 de marzo, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. San JUAN, abad. En Umbría. Padre de muchos siervos de Dios. (s. VI).
  2. Beato ISNARDO de CHIAMPO, presbítero. En Pavía. Dominico. Fundó un convento de la Orden. (1244).
  3. Beato ANDRÉS GALLERANI, laico. En Siena. Consolaba y visitaba con solicitud a enfermos y afligidos, y congregó a los Hermanos de la Misericordia para que, como laicos sin votos, atendiesen a pobres y enfermos. (1251).
  4. Beato JUAN BURALLI de PARMA. Presbítero. En Camerino. Franciscano. El Papa Inocencio IV lo envió como legado a los griegos para restaurar la comunión con Roma. (1289).
  5. Beata SIBILINA BISCOSSI, virgen. En Pavía. Ciega desde los 12 años, trascurrió 65 recluida junto a la iglesia de los dominicos, alumbrando a muchos que acudían a ella. (1367).
  6. Beato MARCOS de MARCHIO de MONTEGALLO, presbítero. En Venecia. Franciscano. Creó la obra “Monte de Piedad”, para aliviar las necesidades de los pobres. (1496).
  7. Beato NARCISO TURCHAN, presbítero y mártir. En Munich. Franciscano. Fue deportado desde Polonia hasta un campo de concentración donde murió agotado por las torturas. (1942).

 

Hoy recordamos especialmente MARCELO CALLO

Marcelo nació en Rennes, Francia, en 1921, el segundo de nueves hijos, en una familia cristiana. A los 12 años trabajó como aprendiz de imprenta.

Fue miembro de la Cruzada Eucarística y Scout. Buscando vivir su fe en el mundo secular del trabajo, se hizo además militante del movimiento Juventud de Obreros Católicos.

Con la ocupación nazi de Francia, la vida cambió para los católicos practicantes. Se prohibieron las actividades de las asociaciones cristianas, y la Juventud de Obreros Católicos tuvo que pasar a la clandestinidad.

En 1943, una de las hermanas de Marcelo murió durante el bombardeo. Estaba preparando su matrimonio, pero aceptó realizar los trabajos forzados porque temían lo que le pudiera pasar a su familia si se negaba. En Zelha-Melhis, donde lo enviaron a trabajar, experimentó períodos de angustia y desaliento; pero encontró la fuerza suficiente para organizar de manera clandestina la vida cristiana de los trabajadores.

En 1944 lo arrestaron por ser “demasiado católico”. Lo enviaron a prisión, en Gotha, y luego a diversos campos de concentración, donde sufrió de manera terrible hasta quedar extenuado.

Testigos sobrevivientes declararon que Marcelo siguió ayudando a los presos, procurando instrucción religiosa y confortándolos en la oración.

Moriría agotado en 1945 a los 24 años de edad.