Hoy, 9 de marzo, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. SANTOS MÁRTIRES SOLDADOS. En Capadocia. En tiempo de Licinio se mostraron compañeros, no por razón de sangre sino por la fe común y la obediencia a la voluntad de Dios. Tras cárceles y crueles tormentos, como el de tener que pernoctar desnudos al aire libres obres un estanque helado en el más frío invierno, consumaron su martirio con el quebrantamiento de piernas. (320).
  2. San PACIANO, obispo. En Barcelona. Al exponer su fe decía que “cristiano” era su nombre, y “católico” su apellido. (390).
  3. San VITAL, monje. en Lucania, Italia. (993).
  4. San BRUNO, obispo y mártir. En Moravia. Acompañando a Italia al emperador Otón III, movido por la autoridad de San Romualdo abrazó la disciplina monástica y recibió el nombre de Bonifacio. Vuelto a Moravia y nombrado obispo por el Papa Juan X, durante una expedición apostólica fue despedazado, junto con 18 compañeros por unos idólatras. (1009).
  5. Santa FRANCISCA ROMAÑA, religiosa. En Roma. Casada adolescente, vivió cuarenta años en matrimonio y fue excelente esposa y madre de familia, admirable por su piedad, humildad y paciencia. En tiempos calamitosos distribuyó sus bienes entre los pobres, asistió a los atribulados y, al quedar viuda, se retiró a vivir entre las oblatas que ella había reunido bajo la Regla de San Benito. (1440).
  6. Santa CATALINA, virgen. En Bolonia. Clarisa. Notable por sus dotes naturales fue aún más ilustre por sus virtudes místicas, así como por la vida de penitencia y humildad. (1463).
  7. Santos PEDRO CHOE HYONG y JUAN BAUTISTA CHON CHANG-UN, mártires. En Nei-Ko-Ri, Corea. Siendo padres de familia, se distinguieron por administrar el bautismo y publicar escritos cristianos, razón por la cual fueron entregados al suplicio, en el transcurso del cual se mantuvieron tan constantes en la fe que suscitaron la admiración de sus mismos perseguidores. (1866).

 

Hoy recordamos especialmente a SANTO DOMINGO SAVIO

Nació en Riva de Chieri, Piamonte, en 1842.

Educado cristianamente en su casa y en su parroquia, fue su párroco quien lo llevó a Turín y se lo presentó a San Juan Bosco cuando éste empezó a recoger jóvenes que pudieran un día ser miembros de la sociedad que proyectaba para continuar su obra a favor de los chicos de la calle. El santo sacerdote se dio cuenta enseguida de la obra del Espíritu Santo en el niño.

En 1854 se quedó Domingo a vivir en el Oratorio de Turín. Piadoso y disciplinado, seguía con mucha atención las instrucciones de Don Bosco, por lo que fue compañero ideal para los demás chicos del Oratorio. Aprendió a servir al Señor con alegría y a tender hacia la santidad estando siempre feliz.

El espíritu que quería infundir Don Bosco en los futuros salesianos cristalizó en la Compañía de la Inmaculada, en cuya organización tuvo una parte muy activa Domingo.

De su maestro aprendió la intensa devoción a la Virgen María. La piedad, la humildad, la obediencia, la caridad, la más exquisita pureza y modestia y su fervoroso deseo de ser sacerdote adornaron a Domingo.

En 1857 empezó a enfermar. Don Bosco lo mandó a Mondonio, donde vivían sus padres. Los médicos le diagnosticaron inflamación de pulmones por lo que empezaron a hacerle sangrías, con las que no obtuvieron mejoría alguna.

En ese año recibió los Santos Sacramentos pues empeoraba por momentos. A la tarde pidió a su padre le leyera cosas de los moribundos. Al poco, descansó en el Señor.