Como ya dijimos, San Lucas, “el escriba de la mansedumbre de Cristo”, en palabras de Dante, fue discípulo y compañero de San Pablo. Médico. Antioqueno. Buen conocedor del griego. Escribiría su Evangelio en Acaya y Beocia, incluso Roma. Así piensa la investigación clásica. También se tuvo en cuenta Cesarea, Alejandría. En fin. El contexto sí parece seguro, helenizado.
¿A quién le ofreció este escrito? El Evangelio comienza nombrado al “ilustre Téofilo” (Lc 1, 3). Por su significado, el nombre “Teófilo” podría ser un modo genérico de denominar a los cristianos, pues el nombre significa “amados de Dios”. Y también podría ser alguien con ese nombre concreto. Con ese apelativo. Lo que parece claro es que es un cristiano al que se quiere dar certeza de unos hechos que se han cumplido después de una investigación seria tal como reconoce San Lucas. Un personaje ilustre al que se le quiere confirmar en la belleza del cristianismo. Pero detrás de este personaje habrá una comunidad ya cristiana y de origen pagano, no judío, evangelizada por San Pablo, es decir, “paganocristianos” que viven en un ambiente pagano, helenizado, griego.
Por todo esto siempre resultó dificultoso descubrir el lugar de la redacción de este Evangelio. Antioquía de Siria, porque San Lucas, en el Libro de los Hechos demuestra un conocimiento profundo esa comunidad cristiana; Roma, porque en esa ciudad remata el citado libro, segunda parte de este tercer evangelio, y por el talante universal que tiene el contenido del mismo tal como veremos; Acaya y Beocia, porque al ser zona griega se caracteriza por cultura helena, y sigue presente la cuestión del universalismo (todos están llamados a la Salvación).
Algún documento antiguo llega a decirnos que ni se casó, ni tuvo hijos, y que falleció a los 84 años.
¿Cuándo se compuso? Pues nos encontramos con bastantes fechas como respuesta. ¿A mediados de la década del 60? A ello contribuye el final del Libro de los Hechos, en el momento de la cautividad de San Pablo, el año 63.
Otros hablan de una datación más temprana al depender mucho del Evangelio de San Marcos. No debería haber mayor problema para confirmarlo. Pero no tiene muchos seguidores.
La mayoría aboga ente los años 67-80, un arco bastante amplio en atención a que pudo haber vivido el asedio de Jerusalén, del que habla en su Evangelio, aunque para muchos eso no es determinante, y sí se tendría en cuenta que San Lucas ha vivido el vigor del Evangelio que se está expandiendo con cierta rapidez, y que debería haber escrito este relato (Lc 1,1) en una edad de madurez.