Comentamos, en este primer día de las Ferias Mayores de Adviento, la primera de las antífonas de estas fechas, antífonas de la “O”, que se pueden recitar a la hora del rezo de Vísperas, o, que se pueden escuchar, como versículo del Aleluya, antes de la proclamación del Evangelio.
Dice así la antífona:
“Oh, Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcado del uno al otro confían y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación”.
La Sabiduría en la Sagrada Escritura viene de Dios; El es el que da al hombre un corazón para saber discernir, para saber escoger el bien o el mal.
El Sabio bíblico tiene interés por todo, pero especialmente por cómo conducir su vida para obtener la verdadera felicidad.
El Sabio por excelencia es el experto en el arte del bien vivir. Es un experto en la Moral, por tanto. Toda la sabiduría está contenida en el Decálogo, en los Diez Mandamientos. Quien vive según los mismos es sabio. Sabe vivir.
En la Sagrada Escritura, el personaje sabio por excelencia fue el rey Salomón que pidió a Dios “un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal” (1R 3, 9). Dios se lo concedió a Salomón con estas palabras “te concedo un corazón sabio e inteligente, como no ha habido antes de ti, ni surgirá otro igual después de ti” (1R 3, 12). De todos modos, Nuestro Señor Jesucristo dirá de Si mismo “aquí hay uno más que Salomón” (Mt 12, 42), con lo que queda todo dicho.
Otros personajes bíblicos que se han caracterizado por su sabiduría fue el virrey José, hijo del Patriarca Jacob, del cual se nos dice, por boca del Faraón, “no hay nadie tan perspicaz y sabio como tú” (Gn 41, 39). Y José no deja de ser tipo de Nuestro Señor al ser vendido por sus hermanos por veinte monedas de plata. Jesús sería vendido por uno de los suyos por treinta.
Otro personaje es Daniel, del cual en su Libro se nos dice “Dios les concedió a los cuatro inteligencia, comprensión de cualquier escritura, y sabiduría. Daniel sabía, además, interpretar sueños” (Dn 1, 17), igual que José.
Ejemplos de sabiduría e interpretación de la voluntad de Dios, de saber discernir ante encrucijadas que sólo afrontan correctamente los “pequeños” (Mt 11, 25), pues sólo a ellos se les concede este don que nunca se ha desear indebidamente, tal como Dios se lo ordenó a nuestros primeros padres (Gn 2, 17) respecto al árbol del conocimiento del bien y del mal.
Pero nada más ajeno al querer de Dios que mantenernos en la oscuridad. El quiere, como podemos leer en el Salmo I, que nuestro gozo sea meditar la ley del Señor “día y noche” para saber escoger el camino y la meta buena. Recordemos que la misma Biblia dedica un bloque completo al tema de la Sabiduría, los “Libros Sapienciales”, para que vivamos sabiamente, conviviendo con la naturaleza y los demás hombres, tratando de evitar los escollos que salen a cada paso al ser humano en el discurrir de la existencia. En definitiva, se trata de ser prácticos.
Cristo es la Sabiduría perfecta. El LOGOS eterno hecho carne por todos nosotros (Jn 1, 1-18), por el cual se hizo todo, y como Logos, Verbo, Palabra de Dios ha venido a “alumbrar a todo hombre” (Jn 1, 9), para que “sea hijo de Dios” (Jn 1, 12), y “de su plenitud recibamos todos, gracia tras gracia” (Jn 1, 16) para saber escoger y poder perseverar.
¡Ven, pronto Señor! Enséñanos tus caminos de salvación, Tu que eres “el Camino y la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6).