La circuncisión era el signo de la Alianza del Pueblo con Dios ya desde el tiempo de Abraham. Era como llevar en la propia carne un recordatorio de que se pertenecía a Dios.
El día que llevaron el Niño al Templo se convirtió de pleno derecho en miembro del pueblo judío. La Encarnación exigía también la pertenencia a una nación. Y el que sería el autor de la Nueva Alianza llevaría en Sí el signo de la Vieja.
La alegría de San José tendría que ser enorme. Y también la impresión de ver como Jesús derramaba su primera sangre. Los dolores y gozos de San José. Con aquellas gotas ya hubiese bastado. Pero ofreció toda.
Y alegría grande por ponerle el Nombre al Niño: Dios Salvador, eso significa Jesús. Que venía a establecer alianza de amor.
Que sintamos con San José amor y gozo, y dolor al ver a Jesús. La alegría que tiene que producir en nosotros su entrega, y el dolor de como se entrega. Misterio que tuvo que vivir San José tan dentro de sí. Pues tendría que ir descubriendo lo que le iba a pasar a aquel Niño al que se le pidió que lo amase tanto como si hubiese tenido parte en su concepción, para que así hubiese también ofrecimiento y corredención por parte del Santo Patriarca.