ENSEÑANZA
Las promesas mesiánicas varían de una parte a otra del libro, aunque en conjunto presentan un progreso y una unidad coherente.
En la primera parte, el punto culminante de la promesa, y en consecuencia de la esperanza, es la terminación del Templo y la protección de Dios que habita en él (Za 1, 16-17; 2, 14; 8, 9-12).
En la segunda parte, se profetiza la llegada del Mesías a Jerusalén como un rey de paz, con el que vendrá la salvación y el bienestar para el pueblo elegido (Za 9, 9-10), pero enseguida se muestra que el pueblo rechazará al pastor bueno (Za 11, 1-17).
Sin embargo, a continuación, se anuncia que Dios intervendrá en persona, hará que Jerusalén y Judá triunfen sobre sus enemigos (Za 12, 1-9), y tomará después posesión de ellas reinando desde ahí sobre toda la tierra (Za 14, 5).
Visto en su conjunto, el libro de Zacarías viene a decir que para la liberación del pueblo y salvación de las naciones no era suficiente la reconstrucción del Templo de Jerusalén, por lo que Dios promete un Mesías, rey de paz, un pastor bueno que habría de ser rechazado por el pueblo y llevado a la muerte; pero que después el pueblo volverá a él su mirada, le llorarán; y, finalmente, Dios mismo establecerá su reinado del que se beneficiarán las naciones de los gentiles.