- Santa SECUNDINA, virgen y mártir. En Anagni. (s. inc.).
- San JUAN CALIBITA. En Constantinopla. Vivió en una choza completamente dado a la contemplación, pasando desapercibido para todos, que después de su muerte fue reconocido por sus padres por un Evangelio que ellos mismos le había regalado. (s. V).
- Santa ITA, virgen. En Hibernia, Irlanda. Fundó un cenobio. (570).
- San PROBO, obispo. En el Lacio, Italia. Elogiado por San Gregorio Magno. (570).
- San MAURO, abad. En Glanfeuil, Francia. (s. VI/VII).
- Santa TARSICIA, virgen y mártir. En Francia. (s. VI/VII).
- San ABLEBERTO, obispo. En Brabante, Holanda. (645).
- San MALARDO, obispo. En Chartres. (650).
- San ROMEDIO, anacoreta. Trento. Entregó todos sus bienes a la Iglesia, y llevó vida de penitente. (s. VIII).
- San BONITO, obispo. En Clermont-Ferrand, Francia. Era prefecto en Marsella en el momento de ser elevado al episcopado para ocupar el lugar de su hermano San Avito, pero diez años después renunció a la sede, se retiró al monasterio de Manglieu, y, después de peregrinar a Roma, al regreso, murió en Lyon. (710).
- San ARSENIO, eremita. En Reggio Calabria, Italia. Célebre por su espíritu de oración austeridad. (904).
- Beato JACOBO “LIMOSNERO”, en Umbría, Italia. Abogado de pobres y oprimidos. (s. XIII).
- Beato PEDRO CASTELNAU, presbítero y mártir. En la Provenza, Francia. Ingresó en el Císter. Fue encargado por el Papa Inocencio III para que predicara en aquella región la fe verdadera, pero fue muerto por unos herejes. (1208).
- Beato ÁNGEL, eremita. En Umbría. (1325).
- San FRANCISCO FERNÁNDEZ de CAPILLAS, presbítero y mártir. En China. Dominico. Anunció el nombre de Cristo en Filipinas y después en Fujián, donde durante la persecución bajo los tártaros fue encarcelado y decapitado. (1648).
- Beato NICOLÁS GROSS, padre de familia y mártir. Berlín. Dedicado a las cuestiones sociales, se enfrentó al régimen nazi. Fue encarcelado y ahorcado. (1945).
Hoy recordamos especialmente a SAN ARNOLDO JANSSEN
Arnoldo Janssen nació el 5 de noviembre de 1837 en Goch, una pequeña ciudad de la Baja Renania (Alemania). Segundo entre diez hermanos, aprendió de sus padres la dedicación al trabajo y una profunda religiosidad. El 15 de agosto de 1861 fue ordenado sacerdote para la diócesis de Münster y fue asignado a enseñar ciencias naturales y matemáticas en la escuela secundaria de Bocholt, donde adquirió fama de maestro estricto pero justo.
Eran tiempos difíciles para la iglesia en Alemania. Bismark había desatado el «Kulturkampf» («batalla por la cultura»), que implicaba una serie de leyes anticatólicas, la expulsión de sacerdotes y religiosos y aún el encarcelamiento de varios obispos. En esa situación caótica, Arnoldo Janssen sugirió que tal vez algunos de los sacerdotes expulsados podrían ser enviados a las misiones o a ayudar en la preparación de misioneros. Poco a poco, y animado por el vicario apostólico de Hong Kong, Arnoldo fue descubriendo que era a él a quien Dios llamaba para esta difícil tarea. Muchos opinaban que no era el hombre indicado, o que los tiempos no estaban maduros. «El Señor desafía nuestra fe a realizar algo nuevo, precisamente cuando tantas cosas se están derrumbado en la Iglesia», fue la respuesta de Arnoldo. Con el apoyo de varios obispos, Arnoldo inauguró la casa misional en Steyl (Holanda) y dio comienzo a la Congregación de los Misioneros del Verbo Divino.
Consciente de la importancia de las publicaciones para atraer vocaciones y fondos, Arnoldo estableció la propia imprenta sólo cuatro meses después de inaugurada la casa.
Miles de laicos generosos dedicaron tiempo y esfuerzos a la animación misional en los países de habla alemana distribuyendo las revistas de Steyl. De esta manera, la nueva congregación se desarrolló ya desde su inicio como comunidad de sacerdotes y hermanos. Los voluntarios que ayudaron en la casa misional no sólo fueron hombres. Prácticamente desde el comienzo, un grupo de mujeres se puso al servicio de la comunidad. Su deseo era servir a la misión como religiosas. Este deseo, los años de fiel servicio, y la conciencia de la importancia de las mujeres en las misiones, llevaron a Arnoldo a fundar la congregación de las «Siervas del Espíritu Santo» el 8 de diciembre de 1889. Las primeras Hermanas partieron hacia Argentina en 1895. En 1896, el P. Arnoldo eligió a algunas de las Hermanas para formar una rama de clausura, las «Siervas del Espíritu Santo de Adoración Perpetua». Su servicio a la misión sería la de rezar día y noche por la Iglesia y especialmente por las otras dos congregaciones misioneras, manteniendo un servicio ininterrumpido de adoración al Santísimo Sacramento. Arnoldo murió el 15 de enero de 1909.