“Dignus est Agnus, qui occísus est, accipere virtútem, et divinitátem, et sapiéntiam, et fortitúdinem, et honórem”
Cristo es Rey por el doble título de Creador y Redentor de todos los hombres, por lo cual le deben entera sumisión no solamente los individuos, sino igualmente las familias, sociedades y naciones.
Instituida en 1925 por Pío XI, esta fiesta inflama el corazón de los fieles contra los errores opuestos a los derechos divinos de Nuestro Señor Jesucristo, tan conculcados ya en aquel momento.
“Esta fiesta –decía el Papa- enseñará a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo, no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes (…). Es, además, maravillosa la fuerza y la virtud que de la meditación de estas cosas podrán sacar los files para modelar su espíritu según las verdaderas normas de la vida cristiana”.