- San LÚPULO, mártir. Capua. (s. inc.).
- San CALIXTO I, papa y mártir. Roma. Después de un destierro en Cerdeña, tuvo a su cuidado el cementerio de la vía Apia que lleva su nombre. Elegido luego papa, promovió la recta doctrina y reconcilió benignamente a los apóstatas, para terminar su intenso pontificado con la gloria del martirio. (222).
- San GAUDENCIO, obispo. Rímini. (s. IV).
- San DONACIANO, obispo. Brujas. Al frente de Reims. (389).
- San FORTUNATO, obispo. Todi. Gran caridad en el cuidado de los enfermos. (s. V).
- Santa MANEQUILDE, virgen. Champagne, Galia. (s. V).
- San VENANCIO, obispo. Liguria. Se ocupó del clero y de los monjes, y fue amigo del papa San Gregorio Magno. (s. VII).
- Santa ANGADRISMA, abadesa. Beauvais, Neustria. Al frente del monasterio fundado por San Ebrulfo, llamado Oratorio por poseer varios lugares de oración, en donde se servía a Dios sin intermisión. (695).
- Santo DOMINGO, “LORICATO”, presbítero. Las Marcas. Camaldulense. Llevaba una coraza de hierro ceñida al cuerpo. Fue ordenado simoníacamente, por eso se hizo monje eremita, y, discípulo de San Pedro Damiani, llevó una vida austera y disciplinada. (1060).
- Beato JACOBO LAIGNEAU de LANGELLERIE, presbítero y mártir. Angers. Decapitado por ser sacerdote durante la Revolución Francesa. (1794).
- Beatos ESTANISLAO MYSAKOWSKI y FRANCISCO ROSLANIEC, presbíteros y mártires. Dachau. Polacos de nacimiento. Internados en un campo de exterminio donde morirían en una cámara de gas. (1942).
- Beato ROMÁN LYSKO, presbítero y mártir. Lviv, Ucrania. Muerto por los comunistas. (1949).
Hoy recordamos especialmente a la Beata ANA MARÍA ARANDA RIERA
Nace en Denia, en la provincia de Alicante, el 24 de enero de 1888 en el seno de una familia acomodada que cuidó mucho su educación. Recibió la enseñanza primaria en el colegio de las Hermanas Carmelitas. Piadosa desde joven, militó con mucho celo en las Hijas de María, en la Acción Católica y en el Ropero de San Vicente de Paúl. Era muy devota de la eucaristía y de la Virgen María y asistía a la misa y comulgaba diariamente. No le había hecho daño a nadie ni había dado motivo alguno para que nadie la odiase y fue sólo su acendrado catolicismo y su decidida defensa de los derechos de la Iglesia lo que provocó su detención en la cárcel de mujeres de Valencia cuando llegó la revolución de 1936. Lo llevó con gran paciencia y humildad y se dedicó a la oración y al consuelo de sus compañeras de prisión, con las que diariamente rezaba el santo rosario. Fue fusilada en el Picadero de Paterna el 14 de octubre de 1936.