CONTINUANDO…
Tras la derrota definitiva de Jerusalén, la captura de Sedecías y una nueva deportación, Jeremías permanece en Judá, donde Nabucodonosor había nombrado gobernador a Godolías.
Godolías será asesinado. Muchos huirán a Egipto, forzando a Jeremías a ir con ellos. En ese momento terminan las noticias sobre su actividad profética, cuarenta años después de haber comenzado.
Fue un amante de la vida sencilla y corriente.
Hubo de aceptar la voluntad de Dios para la misión que le encomendó.
Su tarea no fue nada fácil. Su labor no fue acogida entre la gente.
Experimentó que su actividad se convertía en ocasión de burla.
Pero fue fiel.
Las denominadas “confesiones” (Jer 11, 18-12-6; 15, 10-21; 17, 14-18; 18, 18-23 y 20, 7-18) resumen la actividad del profeta. En ellas abre su corazón al Señor con sinceridad y confianza, y expresa sus padecimientos. Con crudas palabras expone su situación interior, sus dificultades y sus desánimos, pero siempre da muestras de fidelidad inquebrantable.