- San JENARO, obispo y mártir. Nápoles. (s. IV).
- San TRÓFIMO, mártir. Frigia. (s. inc.).
- Santos PELEO y NILO, obispos, ELÍAS, presbítero, y PATERMUCIO; mártires. Palestina. Los primeros al frente de sedes en Egipto. Todos ellos fueron quemados junto con otros muchos clérigos durante la persecución de Diocleciano. (310).
- San EUSTOQUIO, obispo. Tours. Procedente del gremio senatorial, cual varón santo y religioso, sucedió a San Bricio en la sede. (s. VI).
- San SECUANO, presbítero y abad. Langres. (s. VI).
- San MARIANO, eremita. Bourges. Solo se alimentaba de manzanas agrestes y a veces de miel, si la encontraba. (s. VI).
- San GOERICO, obispo. Metz. Sucesor de San Arnulfo, a quien trasladó con veneración a esta ciudad. (642).
- Santa POMPOSA, virgen y mártir. Córdoba. La cual, durante la persecución sarracena, sabedora del martirio de Santa Columba, salió a escondidas del monasterio de Peñamelera y confesó a Cristo ante el juez, por lo cual fue decapitada inmediatamente ante las puertas de palacio. (853).
- San LANTBERTO, obispo. Frisinga. (957).
- San CIRÍACO, abad. Calabria. (1030).
- San ARNULFO, obispo. Gap, Provenza. Sufrió mucho para restaurar la vida de la Iglesia. (1075).
- Santa MARÍA CERVELLÓ, virgen. Barcelona. Mercedaria. Llamada popularmente “María del Socorro” por la ayuda a sus devotos. (1290).
- San ALONSO de OROZCO, presbítero. Madrid. Agustino. Encargado de la predicación en el palacio del rey, siempre se mostró humilde y austero. (1591).
- San CARLOS HYON SONG-MUN, mártir. Seúl. Siendo catequista hizo largas y difíciles gestiones para facilitar la llegada de misioneros a su país, y finalmente, encarcelado junto con otros cristianos, nunca dejó de exhortar a los compañeros hasta que murió decapitado. (1846).
- Santa MARÍA GUILLERMA EMILIA de RODAT, virgen. Rodez, Francia. Fundadora de la Congregación de la Sagrada Familia, dedicadas a la educación de niñas y a ayudar a los necesitados. (1852).
- Beato JACINTO HOYUELOS GONZÁLEZ, religioso y mártir. Ciempozuelos, Madrid. Hospitalario. Muerto por odio a la fe. (1936).
- Beata FRANCISCA CUALLADÓ BAIXAULI, virgen y mártir. Valencia. Muerto por su fe en Cristo. (1936).
Hoy recordamos especialmente a las Beatas MARÍA de JESÚS de la IGLESIA y de VARON, MARÍA DOLORES y su hermana CONSUELO AGUIAR-MELLA y DÍAS.
María de Jesús (María de la Encarnación de la Iglesia de Varo). (1891-1936). Nació en Cabra (Córdoba). Fue la primera alumna del recién fundado colegio escolapio en 1899. Inteligente y aplicada, destacó en sus estudios y en su comportamiento. Profesó en Carabanchel (1911-1918), Santa Victoria (Córdoba) (1918-1922) y Madrid (1922-1936), realizó su ministerio educativo escolapio con competencia y espíritu de verdadera entrega a las alumnas y ex alumnas. Desde 1935 alternó la tarea educativa con la de superiora de la casa de Carabanchel (Madrid), y en aquellos difíciles momentos demostró su prudencia, su humildad y gran caridad con todos.
Tras los sucesos del 18 de julio de 1936, buscó refugio con otras hermanas en un piso cercano al colegio, en la calle Evaristo San Miguel. Vivieron los dos primeros convulsos meses de la guerra civil en el Madrid republicano. La primera en ser detenida fue Dolores la mañana del sábado 19 de setiembre de 1936. Eran las 9 de la mañana en el momento que cruzaba la calle para llevar a otro grupo de escolapias, la leche que necesitaban. Vivía con ocho monjas escolapias, que se habían refugiado de la persecución republicana en un piso a una manzana de la madrileña Puerta del Sol. De regreso, fue interceptada por cinco milicianos que se la llevaron, pese a que ella traía brazalete diplomático. Ya que en ese momento, su hermano Teófilo Aguiar-Mella, era el vicecónsul uruguayo en Madrid. Las monjas miraban por la ventana y avisaron a Teófilo y a Consuelo. El vicecónsul salió a hacer indagaciones y Consuelo fue al apartamento con las religiosas.
De repente, un miliciano se presentó en el domicilio y dijo que si la madre superiora, María de la Yglesia de Varo, lo acompañaba, liberarían a Dolores. La monja aceptó y Consuelo Aguiar-Mella fue con ella, pues también tenía brazalete diplomático y confiaba en que con el distintivo nada ocurriría. Ya no las volvieron a ver.
Teófilo las busca sin éxito. Del horror de las horas que siguieron nada sabemos. Sus cuerpos y el de la Madre Superiora fueron encontrados masacrados en la carretera hacia Andalucía, de donde se los llevó a un depósito. Tenían el rostro desfigurado y las reconocieron por los vestidos y el brazalete. Poco antes de ser arrojados a una fosa común los recuperó su hermano Teófilo, quien pudo darles cristiana sepultura en el cementerio de la Almudena.
Dolores Aguiar-Mella. (1897-1936). Hermana de Consuelo Aguiar-Mella. Las dos hermanas eran laicas, nacidas en Montevideo e hijas de Santiago Aguiar-Mella López, un abogado español que se casó con la uruguaya Consolación Díaz Zavalla. Matrimonio que tuvo 8 hijos.
Sin embargo, llegó la crisis económica de fines del siglo XIX, que en Uruguay se manifestó en penuria social, cierre de bancos, revoluciones en el interior del país y la decadencia del gobierno del dictador Máximo Santos. Así, la familia (padre, madre y seis hijos) marchó a España en 1899.
Se establecieron en Madrid, de donde era su padre y allí abrió su despacho de abogado. Cuando su madre murió de tuberculosis, en 1907, Dolores y Consuelo Aguiar-Mella fueron internadas en el colegio de las escolapias de Carabanchel (Madrid), donde estudiaron Magisterio superior.
En 1918 dejaron el internado; Dolores quiso ser monja, pero una afección renal le impidió ingresar en el noviciado. Con todo, hizo voto de castidad y se fue a vivir con las escolapias luego de la muerte de su padre, en 1929. Ingresó como oficinista en el Ministerio de Hacienda en la sección Deudas.
Consuelo Aguiar-Mella. (1898-1936). Nació en Montevideo (Uruguay). Con su familia se trasladó a Madrid e ingresó en el Colegio de Carabanchel en el que estuvo hasta 1918. Se fue a vivir con su padre con el que estuvo hasta que murió.
Vivió una temporada en Toledo pues consiguió un puesto en las Oficinas del Catastro. Luego regresó a Madrid alternando la casa paterna con dos hermanos casados. Según podemos leer en su biografía, relatado por su hermana Trinidad, “a Consuelo le gustaba arreglarse, ir bien vestida y a la moda, llevar joyas, usar perfumes, asistir a cines, teatro, conciertos, pero observando siempre los preceptos cristianos”. Cuando estalla la guerra Consuelo tenía novio. El joven fue fusilado tres días antes que ella, sin que ésta lo supiera.
Cuando supo que su hermana había sido arrestada, quiso agregarse a ella y a sus amadas educadoras escolapias, eligiendo con ellas el martirio.
Poseían pasaportes diplomáticos uruguayos cuando fueron capturadas por milicias comunistas en 1936, porque llevaban alimentos a un convento donde estaban refugiadas religiosas escolapias en Carabanchel. Fueron asesinadas a las afueras de Madrid, en la carretera de Andalucía, lo que desembocó en una ruptura de relaciones de Uruguay con España. El caso tuvo repercusión internacional porque se entendía que las hermanas cumplían una misión humanitaria y poseían pasaporte diplomático. Su martirio se realizó por su solidaridad con las religiosas, por su fe y convicciones cristianas. Dolores y Consuelo son las primeras beatas del Uruguay.