Hoy, 15 de septiembre, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. San NICOMEDES, mártir. Roma. (s. inc.).
  2. San VALERIANO, mártir. Tournus, Galia Lugdunense. (s. inc.).
  3. Santos ESTRATÓN, VALERIO, MACROBIO y GORDIANO, mártires. Escitia. Durante el imperio de Licinio. (s. IV).
  4. San NICETAS GODO, mártir. Iliria. A quien el rey arriano Atanarico mandó quemar. (370).
  5. San ALPINO, obispo. Lyon. Sucesor de San Justo. (s. IV).
  6. San APRO, obispo. Toul, Galia Lugdunense. (s. VI).
  7. San AICADRO, abad. Rouen, Neustria. Discípulo y sucesor de San Filiberto. (s. VII).
  8. San AICADRO, abad. Rouen. Discípulo y sucesor en el cargo de abad de Jumièges de San Filiberto. (s. VII).
  9. Santos EMILA, diácono, y JEREMÍAS, mártires. Córdoba. Decapitados durante la persecución sarracena después de una larga y dura prisión. (852).
  10. Beato ROLANDO de MÉDICIS, anacoreta. Busseto, Emilia-Romaña. Pasó una vida solitaria en los Alpes, viviendo en gran penitencia y conversando sólo con Dios. (1386).
  11. Beato CAMILO COSTANZO, presbítero y mártir. Hirado, Japón. Jesuita. Mandado a la hoguera, desde la cual seguía predicando. (1622).
  12. Beatos JUAN BUATISTA y JACINTO de los ÁNGELES, mártires. Santo Domingo de Xagacia, México. Siendo catequistas, al pretender apartar los ídolos para servir a Cristo, fueron apaleados cruelmente. (1700).
  13. Beato ANTONIO MARÍA SCHWARTZ, presbítero. Viena. Fundó la Congregación para los Obreros Cristianos bajo la protección de San José de Calasanz, para cuidado de principiantes y jóvenes obreros y para la defensa de sus derechos (1929).
  14. Beato PASCUAL PENADÉS JORNET, presbítero y mártir. Valencia. Muerto por odio a la fe. (1936).
  15. Beato LADISLADO MIEGON, presbítero y mártir. Baviera. Nacido en Polonia. Fue llevado a Dachau, donde murió entre tormentos. (1942).
  16. Beato PABLO MANNA, presbítero. Nápoles. Del Pontificio Instituto para Misiones Extranjeras. Misionero en Birmania. Por razones de salud tuvo que dejarlo, dedicándose a la evangelización, a la predicación y favorecer la unidad de los cristianos. (1952).
  17. Beato JOSÉ PUGLISI, presbítero y mártir. Sicilia. Después de una intensa vida de labor formativa, pastoral y social, habiéndolo declarado su enemigo la Mafia siciliana, el día de su cumpleaños fue asesinado por sicarios. (1993).

Hoy recordamos especialmente a SANTA CATALINA FIESCHI

Nacida en Génova en 1447, murió allí mismo el 15 septiembre de 1510. Su vida sería mejor descrita como modo de vida. A los 26 años tuvo lugar en ella una de las más extraordinarias obras que se conozca que Dios haya hecho en el alma humana, dándole una increíble vida interior que terminaría con su muerte. En este estado, ella recibió maravillosas revelaciones, de las que hablaría a sus contemporáneos, pero que están mayormente en sus escritos: los «Diálogos entre el Alma y el Cuerpo», y el «Tratado sobre el purgatorio». Las actuales biografías, mayormente traducciones o adaptaciones de una antigua biografía Italiana basada en las «Memorias» contadas por la santa a su confesor y amigo, mezclan hechos de su vida personal con acontecimientos de su estado y «doctrina» sobrenatural, sin preocuparse por secuencias, y de un modo casi casual, que lo subordina casi por completo a su historial psicológico.

Los padres de Santa Catalina fueron Jacobo Fieschi y Francesca di Negro, ambos de nobles familias. Dos Papas — Inocencio IV y Adriano V – salieron de la familia Fieschi, y el mismo Jacobo llego a ser Virrey de Nápoles. Se la describe como una niña prodigio, muy abocada a sus oraciones, y con un maravilloso amor por la Pasión de Cristo y las practicas penitenciales *. También como una niña serena, simple, y sumamente obediente. Cuando a los 13 años intento entrar al convento, las monjas con que había hablado su confesor se rehusaron aceptarla debido a su corta edad, y sencillamente abandono la idea. A los 16, se casó por arreglo de su padre con un joven noble Genovés llamado Giuliano Adorno. Su matrimonio pronto se volvió miserable; Giuliano probó ser no creyente, de temperamento violento, y pródigo, e hizo a Santa Catalina miserable. Los datos son escasos, pero al parecer, Catalina habría pasado los primeros cinco años de su matrimonio en silencio, melancolía y sumisión a su marido; luego, por los siguientes cinco años, comenzó a abrirse un poco al mundo para buscar consuelo. Sus distracciones eran mayormente inocentes; siempre las mismas, destinadas, como ella, a una vida extraordinaria, que tuvieron en su caso, un efecto de desinterés, que la hundieron en un intenso tedio, y que ella rezaría preocupada para que volviera a su viejo fervor.

Luego de diez años de matrimonio, llegaría el suceso de su vida, en respuesta a sus plegarias. Un día fue llena de melancolía, a un convento en Génova a donde se hallaba su hermana, que era monja. Recibió una carta proponiéndole ver al confesor del convento, Catalina aceptó. Sin embargo, tan pronto como entró en el confesionario, un rayo de luz divina le perforó el Alma y en un instante le manifestó todo su pecado y todo el amor de Dios con la misma claridad. La revelación fue tan intensa que ella perdió el conocimiento y calló en una especie de éxtasis, por un tiempo en que su confesor pareciera haber estado distraído. Cuando él volvió sobre sí, Catalina apenas pudo murmurar que pospondría su confesión, y volvió a su casa inmediatamente.

Desde el momento de aquella repentina visión de ella y Dios, la vida interior de la Santa parece nunca haber cambiado, excepto por las variaciones de intensidad y acompañada de una penitencia mas o menos intensa, de acuerdo lo que ella necesitara según el Espíritu Santo.. Nadie podría haberlo descrito sino ella misma; y de hecho lo hace, minuciosamente en sus escritos, de los cuales hemos hecho algunos extractos: — «Las almas del purgatorio lo ven todo, no en si mismas, ni por si mismas sino en tanto que están en Dios, en quien están más atentos que a sus propios sufrimientos. Con la más mínima visión que tengan de Dios compensa todo el sufrimiento y toda la alegría que se pueda concebir. Con toda su alegría en Dios no disminuye su dolor. Todo este proceso de purificación que veo a que están sometidas las Almas del purgatorio, lo siento en mí.» (Tratado sobre el Purgatorio, XVI, XVII.). Por cerca de veinticinco años, Catalina, aunque confesándose con frecuencia, no pudo abrir su mente a la dirección de ningún hombre, pero hacia el final de su vida, el Padre Marabotti habría sido su director espiritual. A él ella le contó sobre sus estados, pasados y presentes, completos, y él escribió las «Memorias», basado en su íntimo conocimiento personal de ella. Sobre su vida exterior luego de este hecho, sus biografías nos cuentan básicamente dos cosas: que ella logró convertir finalmente a su marido en 1497; y que ambos, antes de su muerte — y en especial más completamente después – ella entregó su vida para cuidar a los niños enfermos del gran Hospital de Génova, a donde eventualmente llegó a ser encargada y tesorera.

Murió entregada a las labores del cuerpo y del alma, y consumida, incluso físicamente, por los fuegos del Amor Divino que habitaban en ella.