LA SUPERIORA DE LAS CLARISAS DE CANTALAPIEDRA EXPLICA CÓMO VIVEN SU CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS
Javier Navascués, el 5.09.24 a las 9:06 AM
Entrevistamos a Sor María Aleluya, superiora del monasterio del Sagrado Corazón de Jesús de las Hermanas Pobres de Santa Clara de Cantalapiedra, que nos habla sobre su vocación, de la historia del monasterio y de cómo viven en plenitud la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Dentro de las clarisas, ustedes tienen una vinculación especial con el Sagrado Corazón de Jesús… ¿Cómo viven esta gracia?
Nuestra vida ES la espiritualidad del Corazón de Jesús porque consiste simplemente en reconocer y admirar el amor extremo de Cristo por nosotros y tratar de corresponder a él con nuestra vida de entrega, adoración y alabanza. Todas las dimensiones de nuestra vida están inmersas en esta realidad. Algo especialmente hermoso en todo esto es que descubrimos que el carisma recibido de nuestros santos padres, Francisco y Clara de Asís, brota directamente de este deseo de corresponder al amor del Corazón humano y divino de Cristo.
San Francisco es el que se encuentra con un Cristo de San Damián, resucitado, pero con el costado abierto y sangrando, que le pide: “¡repara!”. Santa Clara es la que habiendo contemplado ese amor extremo del Hijo de Dios por nosotros nos pide a sus hijas que correspondamos amando totalmente al que totalmente se entregó por nuestro amor.
De aquí que todas las facetas propias de nuestro carisma franciscano-clariano: la pobreza, la penitencia, la vida fraterna, la adoración eucarística, la alabanza… Todo, absolutamente todo, lo vivimos desde el deseo de responder a la llamada que el Corazón de Jesús sigue haciéndonos a nosotras, tal y como la entendió nuestra Madre María Amparo: Mira mi Corazón y ámame.
¿Cuáles eran las principales virtudes de la Madre fundadora?
Quizá podría destacarse en ella, entre otras, la virtud de la humildad. Una humildad vivida en la más auténtica sencillez y naturalidad en medio de una vida extraordinaria. Ella misma hablaba de su “vocación a no ser”: No ser ella misma o por sí misma, sino tratar de desaparecer, de modo que el Corazón de Jesús fuera en su lugar, amar a todos en su lugar y desde ella. Y esta era, de hecho, su oración frecuente: “Haz, Jesús mío, mi corazón semejante al tuyo, y que lo tenga, siempre y para todos, como tú lo tienes para mí: lleno de misericordia y compasión”.
¿En qué fase se encuentra su proceso de beatificación?
El 2 de julio de 1994, San Juan Pablo II firmó el decreto de sus virtudes heroicas, es decir, ya es venerable y estamos a la espera de que, cuando llegue la hora de Dios, y si esa es su voluntad, pueda realizarse y ser reconocido un milagro que abriría el paso hacia la beatificación.
¿Cómo intentan ser fieles al carisma fundacional de la Madre María Amparo?
Como ella, procuramos vivir a la escucha, sentadas a los pies del Maestro, pendientes de cada latido de su Corazón para descubrir su voluntad y tratar de cumplirla permaneciendo en su amor. Fruto de este “permanecer en su amor” es una intensa y profunda vida fraterna, tesoro que nos suplicó encarecidamente que cuidáramos y defendiéramos siempre. “En materia de caridad —nos decía—, los extremos son necesarios”. Ella deseaba que nuestra comunidad hiciera exclamar: “mirad cómo se aman”. Esto procuramos cultivarlo cada día, y el que 55 hermanas, con edades comprendidas entre los 19 y los 100 años, vivamos en comunión y felices, sin ninguna dificultad por nuestras diferencias generacionales, con todo lo que estas conllevan, es ya un pequeño milagro cotidiano del que Dios nos hace testigos.