- SEGUNDA PARTE: Abarca los capítulos 40-55. Hay argumentos para pensar que estos capítulos no los escribió el profeta Isaías.
- Unos son de índole histórica: Jerusalén ha sido destruida tal como se profetizaba en Is 1, 20 y la esperanza se pone en la vuelta de los desterrados tras el edicto famoso de Ciro, el Persa. A este Ciro se le llega a calificar de “ungido”.
Otros se centran en la reconstrucción de Jerusalén.
Los destinatarios de los oráculos son los exiliados en Babilonia.
La dinastía davídica no se menciona más que una sola vez y sólo para indicar que sus atribuciones se han transferido a todo el pueblo.
- Otros son de carácter literario: el talante amenazador de los oráculos de la PRIMERA PARTE ha cambiado a oráculos de consuelo que anuncian una futura restauración.
Desaparecen las referencias biográficas del profeta.
El estilo es conciso, fuerte, brillante, incisivo, perfecto. Más retórico.
De las denuncias a un pueblo que se sentía demasiado seguro de sí mismo, se pasa a la consideración de unas gentes abatidas, castigadas por sus pecados, desesperanzadas, necesitadas ahora de consuelo y reanimadas con esperanzas de un fututo que no vislumbran.
- Esta SEGUNDA PARTE, tiene como dos secciones:
- Prólogo a las mismas: Is 40, 1-11
- Primera sección –“Libro de la CONSOLACIÓN”: Is 40 12-48, 22, que tiene como trasfondo histórico el exilio de Babilonia, la misión de Ciro, la liberación de los exiliados, y su regreso a la Ciudad Santa.
- Segunda sección: Is 49, 1-55, 13, proclama la salvación divina y la restauración de la Ciudad Santa a la vuelta del destierro.
En ella se encuentran los “tres cantos del Siervo”.